Capitulo 14.

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Cazadoras de Artemisa.

Cazadoras de Artemisa

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Nico di Angelo pov.

Nico miró atento a Ivy inclinarse para recoger una peculiar flor violeta que parecía brillar en la oscuridad. La chica apartó el cabello de su rostro y lo paso detrás de su oreja, admirando su descubrimiento cómo si fuera la octava maravilla del mundo.

Ambos traía puestas la armadura del campamento mestizo, excepto el casco por qué a Ivy le molestaba. Nico pensó que la armadura le iba mejor que a él, la hacía parecer una amazona, cómo si gozará de la inmortalidad, era la forma rebuscada de Nico para decirle que sé vía guapa; Que la pinta de chica fuerte le iba mejor. 

 Ivy parecía un personaje de esos cuentos de hadas que solía leerme. 

 — ¿Crees que sea una nueva especie?

 Pregunto Ivy, segura de nunca haber escuchado de una flor que brilla en la oscuridad como esa.

 Su cabello rosa ahora tenía un tono más apagado y pálido, mucho más claro y acordé con su piel. Después de pasar horas metida en la playa había conseguido que se destiñera un poco.

 — Deberíamos volver.— Nico tenía que aceptar que empezaba a sentirse algo cansado de perseguir monstruos. 

 — Tienes razón.— Le apoyo Ivy, no sin antes arrancar más flores de golpe. 

 Luego de tener una cantidad exagerada de ellas, las metió en un frasco de vidrio y lo guardo en su mochila. La miré curioso. 

 —Se las llevaré a Malcolm, solo para estar seguros. 

 — ¿Le darás flores a un hombre? ¿No debería ser al revés? 

Malcolm, el líder de la cabaña de Atenea, Ivy se la pasaba jugando ajedrez con los niños listos del campamento; Quizás esa era solo una excusa para verlo, tiene sentido, no conozco a nadie a excepción de los hijos de Atenea que jueguen a ajedrez por voluntad propia. 

 ¿Será por eso que rechazo al hijo de Eris? Bueno, si no lo hubiera hecho, me hubiera encargado de mandarlo al Tártaro de forma discreta. 

 ¿Le gustará Malcolm?

Ivy se giró para verme y sonrió.

Baje la mirada para evitar ver sus ojos verdes llenos de una chispa de burla.

 — Tranquilo, te llevaré flores si eso quieres.— Exclamó la chica. 

 »¡No me refería a eso! ¡Estás equivocada!«Grito una vos en mi interior a la vez que me sonrojaba.

 — No estoy celoso.— Aclaré y ella me miro arqueando una ceja. 

 —Nunca dije que estuvieras celoso. 

Maldición, me la jugó. 

 Fruncí el ceño, sintiendo mis mejillas arder con fuerza. 

 — Si me llevas flores, espero que esté en un maldito féretro, de otra forma te las haré comer.— Dije cruzándome de brazos, fingiendo estar molesto. 

El ORÁCULO DE APOLO° [Nico di Angelo]°Donde viven las historias. Descúbrelo ahora