– Quizás     –. Dejó la palabra suspendida en el aire haciendo una pausa, como si el terminar de la oración fueran solo palabras destinadas a su mente    –. Pero también son desconfiados, no se fían con facilidad a menos que demuestres que eres digno de ello    –. Ladeando una media sonrisa continúa    –. Usted tiene la de ella, por eso creo que es el mejor para protegerla. Si ella notara que la vigilan y siguen, no huirá de usted porque le conoce. No puedo decir lo mismo con otro, si está en peligro y tiene que huir, no objetará en cuanto la aleje, cosa que no pasará con otro.

     Sabía que tiene razón y entendía cada punto, pero no podía hacerlo. Hice un juramento años atrás y no podía dejarlo de lado     –. ¿Es una orden oficial?

     – No cazador, se me ordenó elegir a quién entregarle el cometido     – se detiene un instante     –. Conocí a su padre y serví con él, soy una de las pocas personas a parte de usted que conoce lo que hacía el día que desaparecieron.

     – Él jamás la mencionó a usted     – su confesión me toma por sorpresa.

     – Lo sé, y estoy al tanto de la promesa que le hizo y que ha tratado de honrar estos años. Es por eso por lo que lo dejo a su elección, sea cual sea, espero la respuesta mañana a primera hora   –. Ya se estaba alejando cuando se detuvo y dijo sin mirarme     –. Algo me dice que ya ha tomado la decisión. Aunque creo que ni usted mismo lo sabe. Me recuerdas mucho a tu padre muchacho. 

     Entro a la solitaria enfermería, me acerco a su cama, está dormida, se ve en paz. Tomo una silla y la acerco a su lado, ella respira tranquilamente.

     Sus golpes son oscuros y algunos cortes en su piel se dejan ver. De solo recordar lo que le hicieron la sangre me hierve. Me obligo a recordar que ya todo ha pasado, aprieto los puños para controlar la ira.

     Me enfoco solo en ella, se ve igual de hermosa. Me detengo en el modo en que su cabello suelto cae junto a ella, a excepción de algunos mechones que descansan en su pecho, es largo, sedoso y cuando la luz del sol lo baña le da un brillo dorado y miel. Su pecho se eleva y desciende hipnóticamente, sus labios carnosos me invitan a acercarme y una pequeña sonrisa se me escapa sin poderlo evitar al escuchar mi nombre en ellos.        

     – Ciento haberte despertado, estaba de guardia y me dijeron que ya habías reaccionado   –. Siento la necesidad de explicarme   –. Por eso no he venido antes.

     – Está bien      – es todo cuanto dice luchando por arreglar su cabello. Está preocupada por su imagen, algo sin sentido, porque se ve hermosa como siempre.

     – Te debo una disculpa     –. Lis torna su mirada sobre mí, frunciendo las cejas en un adorable gesto que marca entre ellas una casi pequeña v que me distrae.    

     – Espero que no estés intentando culparte por esto. Aquí solo hay dos culpables y no somos nosotros    –. Se ve tan segura al decirlo que casi me convence.      
    
     Me gustaría pensar así, pero no es lo que siento. Debí haberlo previsto, la culpa y la rabia me están haciendo mellas desde que entré a ese gimnasio y la vi golpeada en el suelo. Pude haber arrasado con todo a mi paso si Landon no me hubiera contenido.

     No me percato de cuánto me sumerjo en mis pensamientos hasta que su delicado tacto sobre mi mano me trae de vuelta.

     La parte de mi piel que ella toca arde. Sin saber cómo, mi otra mano cubre la de ella mientras me deslizo por la piel de sus dedos y muñeca. Recorro con la mirada su rostro, sus pupilas dilatadas tienen un brillo hermoso, como diamantes bajo la luna. Sus labios húmedos casi abiertos, ilustrando suavidad en ellos, acompasada de su respiración mientras su pecho se eleva y desciende. Sin poder evitarlo me encuentro imitando cada uno de sus respiros, entrando en una sintonía que me atrapa como una sirena a un marinero.

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⏰ Última actualización: Jan 14, 2023 ⏰

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