– ¡Amber!     – Toco su hombro y solo entonces la pelinegra me deja ver el dilema que se dibuja en su semblante pálido.

      – Ya no está, Lis    – susurra mirando hacia el suelo y luego la pared     –. Maldita sea, ya no está la entrada     –. Esas escasas palabras hacen que todos comprendamos el silencio.

      – ¿Qué quieres decir con eso?     – Elena la alcanza buscando su mirada que se aparta repentina, supongo que por la culpabilidad que la abruma en este momento. 

      – ¡Que ya no está!     – La rabia impartiendo su cometido por la frustración del hecho     –. ¡Significa que estamos jodidas!     – declara para que todos entendamos y solo alcanzo a recostarme a la pared más cercana, desde donde tengo buena vista hacia el cielo que se tiñe de rojo. 

      – Tiene que haber otra forma      – suplico buscando una respuesta, pero ella niega devastando la poca esperanza.

      – No conozco otro lugar     –. El arrepentimiento por haber tomado minutos valiosos que podrían haber cambiado el juego permanece en su mirada abatida.

      – Pero puedes estar equivocada    –. El desespero de nuestra amiga marca un punto sin retorno      –. Quizás te equivocaste y es otra planta u otro pasillo, Amber.

      – No, Elena     –. Niega con la calma precisa para demostrar que no existe tal error.

      – Tenemos que buscar      –. Señala los corredores entrando en pánico      –. ¡De seguro te confundiste!

      – ¡Que no lo hice!      – Amber la toma de los brazos sacudiéndola como si quisiera hacerla reaccionar    –. Yo nunca pierdo el camino, este es el lugar    –. Señala lo que ahora solo son piedras frías     – Y ya no está. 

      Se aleja enredando los dedos en la melena oscura, y la culpa aparece, esta vez con mayor intensidad    –. ¿Pero qué ocurrió con la entrada?       – busco comprender, solo que nada encaja. 

      – Los protocolos de seguridad     –. La opción proviene del profesor que nos mira a todas como si él hubiera estado buscando opciones lógicas mientras nosotros nos gritábamos unas a las otras       –. Los protocolos de seguridad indican que las puertas de los bunkers deben ser mágicas, por lo que siempre cambian por seguridad, solo que aún debería estar abierta     –. Detalla el muro que se muestra en su lugar.  

       – Entonces ¿qué ocurrió?       – Me acerco luchando por conservar la calma, porque si queremos buscar una solución, debemos tenerla.

      – Zohan    – deja saber envuelto en un gruñido la loba     –. ¡Ese maldito siempre hace lo que quiere!     – La mirada verde le chispea y luce una rabia que juraría es letal.

      El profesor ignora su rabia dirigiendo su tiempo a resolver el problema        –.  Si cerraron la puerta no volverá a abrirse hasta que la escuela esté fuera de peligro, por lo que continuar aquí es una pérdida de tiempo. 

      – ¡Por Dios!     – Elena se deja caer en el suelo comprendiendo la gravedad de las palabras al igual que todos, porque no tenemos ningún otro lugar seguro a donde ir. 

       – No podemos tan solo quedarnos aquí     –. El estallido vislumbra una ola que se expande en el cielo haciéndome callar de inmediato, aunque no alcana a mostrarse cerca, esta luz se ramifica apagándose lentamente        –. ¿Qué es eso?    – Me acerco a la ventana buscando ver con mejor claridad.

      Otra más truena volviendo a repetirse     –. Están atacando los arcos de protección       –. El hombre junto a nosotras retrocede casi que por instinto     –. Hay que movernos ya, si derrumban los arcos los anillos de seguridad serán atacados y llegarán a nosotros     –. Otra ola de luz se expande por encima del cielo que envuelve la escuela, y supongo que es el arco de protección      –. ¡Movámonos!    – ordena como el adulto responsable que es después de todo y ninguna pone objeción en ello.

La flor de LisNơi câu chuyện tồn tại. Hãy khám phá bây giờ