Capítulo XIII

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William.

No puedo dejar de mirarla, es tan hermosa, sigue siendo la misma de antes, su mirada de excitación, su suave cuerpo y los simples sonidos que salen de esos labios que me hacen querer besarla, sigue siendo ella, no por ahora tener el título de prometida deja de ser la mujer de la que estoy perdidamente enamorado.

Sus manos son cálidas al momento de quitarme la ropa, inicia con el saco y sigue con la camisa, dejándome al descubierto, su respiración es agitada y puedo escucharla soltar ligeros jadeos por cada vez que frota su sexo con el mío, musica para mis oídos.

Quiero que sea todo despacio, quiero disfrutarla y sentir que sigue siendo mía, pero ambos sabemos que eso no será posible. La escucho hablar, pero estoy tan concentrado en mantenerla sobre mi regazo y hacerla gemir que lo único que escucho es...

-...quiero hacerte saber que soy tuya.

-¿Cuál es tu palabra de seguridad?-digo, sé que no me detendré si ella lo pide pero debo de estar seguro de escucharla decir esa simple palabra.

-Rose.-jadea.

A la mierda la espera, lo lento y lo vainilla. Debía marcarla, hacerle saber que cada vez que se mire al espejo y vea mis marcas sabrá que es mía, que siempre lo ha sido y ningún anillo que otro hombre le haya otorgado cambiará eso.

La tomo firmemente de su cabello, haciendo que me de completo acceso a su cuello y no puedo evitarlo. La beso y muerdo, da un pequeño brinco de sorpresa pero sigue de un gemido de placer, podría hacer esto toda la maldita noche, mi boca se encuentra ocupada besando y marcándola, mientras que con mi mano libre desabrocho su sostén, dejando al descubierto su lindos pechos.

-Basta...-jadea.-No quiero...

-¿Quieres que me detenga?

Trata de asentir con la cabeza, algo que no es suficiente para hacerme parar, tomo ambos pechos en mis manos, los presiono un poco y coloco uno en mi boca, mientras estimulo al otro con mi mano libre, joder, tienen un sabor y aroma deliciosos, sigo adueñándome de ella, pero puedo sentir que su humedad ha pasado a mis pantalones, así que decido quitarle sus bragas, al quitárselas puedo ver que ya está empapada y sus fluidos bajan por sus labios, hasta llegar a la entrada de su trasero, su clítoris está hinchado y cada segundo que pasa parece ser una tortura.

-Dime lo que quieres.

-Quiero... quiero tu pene...-gime.

-Recuéstate, abre las piernas y levanta ligeramente tus caderas.-ordeno.

El deseo, la lujuria y el pecado que estábamos cometiendo era diferente, no solo era acostarme con la mujer que dice ser de otro hombre, que por cierto, a ella parecía no importarle y a mi menos, era que esta mujer sabía perfectamente la razón que accedió en hacerlo, no portar el anillo que la ataba a aquel que se suponía sería su futuro esposo era aún más la codicia y el peligro que implicaba, sabía que era algo incorrecto.

Hace lo que le ordeno y en cuando está en posición, llevo mi mano a sus muslos, subiendo lentamente hasta llegar a su monte de venus, exhala fuertemente y mantiene por un momento su respiración. Maldita sea, podría lanzarme sobre ella y cogerla contra cada rincon posible y por haber de esta habitación. 

-Mierda, estás tan húmeda.-murmuro y sin mas, introduzco dos dedos en su mojada vagina mientras que con mi pulgar acaricio su sensible clítoris, haciéndola gemir y retorcerse de placer.

-Aaahh... Estoy así... desde que me besaste... en el a... avión...-sus palabras salen entrecortadas, y cada embestida que doy gime más fuerte.-Necesitaba... de ti...

Saco abruptamente mi mano de su entrepierna y la escucho quejarse, trato de mantenerme cuerdo y sereno para evitar hacer una tontería, pero quería hacerlo, ella solo me mira atentamente, observa la mano que estuvo dentro de ella hace unos segundos y traga con fuerza. Sus fluidos chorreaban entre mis dedos y la sensación de su deseo es cada vez mayor.

Nuestras respiraciones son fuertes y agitadas, hasta que se posiciona entre mis piernas. Con manos temblorosas desabrocha mi pantalón, la ayudo en quitármelo junto con los boxers, dejando mi pene erecto al descubierto, estoy tan duro que si no hace o hago algo al respecto podría explotar.

Me toma con sus delicadas manos y comienza a masturbarme, lentamente, jodidamente lento, hasta que decide ponerlo en su boca, podría morir en ese mismo instante, es cálida, completamente mojada y se siente tan bien.

Lame desde la punta hasta mis testículos, para después introducirlo completamente en su boca, me mira por un instante y prosigue, tomo su cabello en mis manos y trato de tomarla de la cabeza, haciendo que baje y chupe más a fondo, puedo mirar sus ojos, rojos y llorosos por cada vez que mi pene toca el fondo de su garganta haciendo sonidos que se mezclan entre jadeos y el sonido de mi pene entrando y saliendo de su boca.

-Siéntate en la mesa...-logro decir, si continuaba haciéndolo lo mas probable era que me correría en su boca y era algo que no estaba listo de hacer.

Ella obedece, se levanta del sillón y camina lentamente hacia la mesa que se encontraba en la pequeña cocina de la suite, cada paso que daba movía seductoramente las caderas, haciendo que sus curvas sean el centro de mi atención por el momento, su trasero rebotaba un poco al dar los pasos y su cabello se balanceaba de un lado a otro.

Al llegar a la mesa, pone ambas manos en el borde de la misma, no da la vuelta para mirarme, al contrario, se inclina sobre ella, agachándose para dejar al descubierto su vulva húmeda y goteante de sus fluidos.

-Creo que te di una orden muy específica de cómo quiero que te pongas en esa mesa.-digo con firmeza, al escucharme, se gira lentamente con la cabeza abajo, da un ligero salto para poder sentarse correctamente sobre el mueble, dejando sus piernas colgando.-Ahora, abre las piernas.

-¿Qué harás?-pregunta nerviosa, pero no me mira.

-Estoy hambriento, cariño, déjame poner mis labios en ti.

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⏰ Ostatnio Aktualizowane: Apr 05, 2023 ⏰

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Oh, por Dios! Llora por mi. (II)Opowieści tętniące życiem. Odkryj je teraz