Capítulo IX

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William.

-Mozhno vashe razresheniye, pozhaluysta?-dice alguien mientras da ligeros golpes en mi hombro.

Levanto la mirada y veo a una joven con gafas obscuras, una bufanda que cubre gran parte de su rostro, con una enorme sudadera que cubre su cuerpo por completo y una gorra. No comprendo lo que acaba de decir y justamente en el momento en el que estoy por pedirle que lo vuelva a repetir, más bien, indicar que no puedo comprender el idioma, señala al asiento que está al lado del mío, dándome a entender que será mi compañera de vuelo por doce horas, me levanto para permitirle el paso y hacerme a un lado, es de estatura media que hace que se vea diminuta a mi lado.

Cuando se sienta en su respectivo lugar, regreso a tomar el mío y trato de ponerme cómodo, realmente odio viajar por tantas horas y más aún cuando sé que hay un peligro que está a kilómetros de mi, pero trato de no darle tanta importancia, puesto que debo de llegar tranquilo y relajado a mi destino, necesito pensar que es lo que haré y sobre todo, lo que debo de hacer para alejarme y detener al señor Maxwell antes que llegue a ella.

Cinco minutos más tarde una azafata se asoma por la cortina y da ciertas indicaciones en ruso, mierda, mal momento para haber elegido aprender francés y no ruso o alemán. De reojo puedo observar a la chica que sostiene su pasaporte y mientras la azafata habla hace reacciones y gestos interesantes cuando trata de entender, posiblemente sea una turista más que quiso visitar el país. 

-Disculpa, ¿habla español?-me giro hacia la chica para poder verla y decido preguntar por lo que la azafata ha dicho, han pasado más de diez minutos y no hemos despegado.

Se queda quieta por un momento y veo como con manos temblorosas guarda sus cosas rápidamente, arregla sus gafas y vuelve a repetir.

-Mozhno vashe razresheniye, pozhaluysta?

Posiblemente esté teniendo algún tipo de ataque de pánico, puesto que nuestro vuelo se ha atrasado, y en el momento en el que quiero levantarme para darle el paso, suena la alarma y el indicador para que tomemos asiento. Puedo ver su desesperación por bajar pero no podemos hacer nada al respecto, las azafatas salen para darnos las indicaciones de como debemos de abrochar los cinturones y si llega a haber alguna emergencia en dónde están las máscaras de oxígeno.

Vuelve a tomar asiento y con manos temblorosas que le impiden abrocharse el cinturón, le hago una señal para que me permita ayudarle, sin más, acepta, quita sus manos y con cuidado comienzo a apretar un poco para que se sienta segura y la abrocho, asegurándome de que no esté tan apretado. Puedo sentir su respiración agitada, pesada, como si quisiera mantener la calma pero su miedo y ansiedad no se lo permitieran.

Tras regresarme y acomodarme en mi lugar puedo sentir un dolor en el pecho, como si algo pudiera estarme presionando con una fuerza que podría romperme pero al mismo tiempo siento un alivio que me da tranquilidad, trato de mantenerme tranquilo, posiblemente sea por las ansias de llegar a casa y comenzar a trabajar, pero al mismo tiempo, ¿porqué me sentiría tranquilo cuando sé que estoy en peligro?

-Na yego meste chto-to brosheno-aparece una azafata a mi lado, puede ver en mi rostro confusión hasta que señala que algo está en el piso de mi lado del asiento, hago una reverencia para darle a entender que lo levantaré, al hacerlo ella se retira y me inclino para ver que es lo que está en mis pies.

Es el pasaporte de la chica de al lado.

Lo levanto para entregárselo, pero al levantarlo su identificación se suelta de entre las hojas, la levanto con cuidado hasta que logro a leer.

Shivani Reese.

Shivani, Shivani, es ella, la he encontrado y está sentada junto de mi.

Puedo sentir su mirada en mi, puedo sentir su corazón palpitar rápidamente y al mismo tiempo puedo escuchar como trata de desabrocharse el cinturón de seguridad, me muevo lo más rápido posible y tomo sus manos, haciendo que se detenga.

Momentos más tarde nos piden que nos quedemos sentados y en calma mientras despegamos, me incorporo en mi asiento, con una mano sosteniendo las suyas para que no trate de desabrocharse y en la otra, agarrando su pasaporte junto con su identificación, no puedo pensar en otra cosa más que en no soltarla, no puedo voltear a verla, no podría soportar verla en esta situación.

Ella sabía que yo era el que viajaría a su lado, por eso quería moverse antes de despegar, sabía que era yo y trató de escapar, quería que la perdiera nuevamente y eso es algo que no permitiré sin antes decirle todo.

Oh, por Dios! Llora por mi. (II)Où les histoires vivent. Découvrez maintenant