Capítulo X

26 4 0
                                    

Quebec.

Mi corazón palpita fuerte, como si quisiera salirse de mi pecho, la decisión está tomada, solo iré a terminar todo, dejar esa parte de mi vida y sobre todo mi pasado para seguir adelante, dejar de pensar en todo lo que fue y lo que pudo haber sido.

Ahora, estoy sentada a su lado, sin oportunidad de escapar, sostiene mis manos con una fuerza que me prohíbe moverme, puedo sentir su desesperación y su agarre es cada vez más firme, como si fuera a escaparte nuevamente, sabiendo claramente que en cualquier oportunidad lo haré. Hacía años que no lo he visto, creí que no me reconocería, haber cambiado mi apariencia haría que no supiera que era yo, pero me he equivocado.

El avión despega, al pasar la turbulencia, su agarre se relaja y me deja libre por un momento. No decimos nada, el silencio no es incómodo, al contrario, como si solo por el sonido de las demás personas y el avión nos dejara sentir aquel silencio, expresando la tranquilidad que tenemos al volver a encontrarnos y saber que al menos, solo por unas horas estaremos juntos.

-Shivani...-dice, saboreando cada letra de mi nuevo nombre.-No sé cuál nombre te queda mejor.

-¿A qué te refieres?-pregunto sin mirarlo, sé que podría hacer una locura si es que veo esos ojos.

-No sé quién eres en verdad, no sé inclusive si eres real o no.-una pausa, puedo escuchar el dolor en su voz, como si yo fuera otra persona, no Shivani y mucho menos Quebec.-Te he buscado como no tienes una maldita idea.

-Creí que nunca lo habías hecho, inclusive, creí que...-mi voz se entrecorta, la simple idea que el señor Maxwell le haya causado algún daño o peor, me causaba escalofríos.-Esperé por ti.

 -¿Esperaste?-dice en tono burlón.-La primera cosa que supe de ti después de tanto tiempo, es que ya estás comprometida, ¿eso es esperar para ti?

Toma mi mano izquierda que está en mi regazo, analiza mis dedos, posándose en en dedo anular, acariciando la marca de aquel anillo que se supone, debo de estar portando desde el primer momento en que dije "Sí" a mi prometido, pero lo único que se encuentra es un dedo desnudo, sin algún objeto de posesión o promesa.

-No quería traerlo.-le digo, como si estuviera respondiendo a una pregunta que no hizo, pero que sé que haría.-No quería sentirme atada con una simple argolla.

-¿Atada?, acaso, ¿te sentías igual cuando estabas conmigo?-pregunta, haciéndome sentir como si cada momento que había pasado con él hubiera sido una tortura.-No es necesario que respondas, tienes todo tu derecho en haber dicho que sí.

Después de eso, no dijimos ni una palabra más, no era el mejor momento para decirle todo lo que había pasado y mucho menos lo que aún siento por él.

Solo han pasado tres horas y el tiempo parece ser eterno, pensar que faltan demasiadas horas para poder llegar a casa es frustrante, no por el hecho que él está a mi lado, al contrario, sentir su presencia me hace sentir segura, pero algo dentro de mi me advierte que debo de regresar a Rusia, decirle todo aquí y ahora, pero, ¿dejaré que se aleje de mi otra vez? No. Simplemente no puedo perderlo, no ahora.

Me giro un poco para verlo y se encuentra recostado en el asiento, sus ojos cerrados y labios ligeramente entreabiertos, respira profundamente y se le ve tan tranquilo, como si no hubiera dormido en días. La luz de la ventana golpea sus mejillas y si el sol baja un poco más podría molestarle en su descanso, así que decido en cerrar la cortina para darle un poco más de tranquilidad. 

Me gustaba verlo dormir, ver como su frustración se desvanecía y su rostro se tornaba en tranquilidad, como mantenía sus ojos cerrados y sus labios, dios, esos labios que me moría por volver a besar, los pequeños sonidos que hacía al dormir, inclusive, escuchar sus ronquidos era tranquilizador, de verdad lo quería, de verdad que lo había extrañado.

-¿Seguirás mirando mis labios o harás lo que más deseas en este momento?-dice con voz ronca, haciéndome salir de trance y mirando a sus ojos ligeramente cerrados.

-Según tu, ¿Qué es lo que más deseo en este momento?

Sonríe, aún con los ojos cerrados pasa su brazo al rededor mío y con su mano libre me toma de la barbilla, acercándome a él, puedo sentir su respiración en mi boca, demasiado cerca pero al mismo tiempo, demasiado lejos.

-Bésame.-murmulla.

-No puedo hacerlo, no es correcto.-respondo, tratando de hacerme un poco hacia atrás pero, es demasiado fuerte y me mantiene en el mismo lugar.-Estoy...

-Shhh, no lo digas.-me interrumpe, lentamente pasa su mano de mi barbilla a mi mejilla, la acaricia y pasa sus dedos por mi cabello.-Quiero pensar que no le perteneces, que sigues siendo mía.

-Nunca fui tuya, lo sabes.

-Lo fuiste, y seguirás siéndolo... porque... desde el primer momento que te vi hasta este instante, soy completamente tuyo.

 Sin pensarlo dos veces y después que las palabras salieran de su boca, tomo su rostro con mis manos y lo beso, el tipo de beso que había estado soñando en darle, tratando de hacerle saber lo mucho que lo había extrañado, lo mucho que lo necesitaba.

Me toma de la nuca y de mi cintura, acercándome a él como si no hubiera nadie más en el avión, como si solo fuéramos nosotros dos, quería ser suya en ese momento, pero de repente, Yakov aparece en mi mente, mirándome y juzgándome por estar besando a la persona que en verdad amo.

Coloco mis manos en su pecho y lo alejo un poco, tratando de retomar la respiración, jamás había besado a alguien así, jamás había querido que sintieran todo el amor que tenía por esa persona, pero todo se acaba.  

-Perdóname.-susurro.-No puedo.

-¿De verdad lo lamentas?-pregunta, tratando de mirarme a lo ojos.

-No... pero sé que no es correcto, estoy comprometida...-lentamente levanto mi mano, creyendo que tengo puesto el anillo.

-No tienes nada, porque no lo amas, si en verdad lo amaras no me hubieras besado, no me estarías mirando como si de verdad quisieras que te hiciera el amor en este momento.-puedo sentir que está molesto, su tono de voz es fuerte y firme.

-No te amo, dejé de hacerlo.-miento.

-No importa, te amo lo suficiente para amarnos a los dos.

Oh, por Dios! Llora por mi. (II)Where stories live. Discover now