Al medio día, había llegado a mí nueva casa que estaba algo cerca de la antigua. Ya estaba preparando el almuerzo para las visitas, estaba ansiosa por verlos y esperaba que me pudiesen perdonar por mi inesperada ida aunque era claro que no había sido fácil volver a donde todo se había destruido, cada paso que daba era como estar caminando sobre cuchillos pero quería enfrentarme a lo que tanto me lastimaba y darle por fin un cierre a la herida... ¿Por qué tenía que ser tan doloroso? ¿Lo merecía? Aún me lo preguntaba.

Cuando escuché el timbre, por un momento me sentí como una adolescente nerviosa por ver a su cita, estaba por ver a mis chicos... No dudé en correr hacia la puerta y solo pude sonreír con melancolía aguantando las ganas de llorar.

Narradora.

— ¡Oh, mi darling! Sigues tan preciosa como siempre.

El primero en lanzarse fue Kizano, la abrazó con delicadeza temiendo romperla pero con firmeza al mismo tiempo no queriendo dejarla ir y acaparar toda su atención.

— Quítate, muñeco, es mi turno — Osoro lo alejó para luego abrazarle levantándola hasta hacer que no tocase el piso.

Solo que no duró mucho tiempo porque cierto pelirojo en modo de berrinche hizo que su pareja quitara los brazos de su chica.

— ¡Baka! — la apretujó con fuerza para luego separarse algo avergonzado — No... No es que te haya extrañado tanto, ¿oíste? Solo es cortesía.

La menor sonrió con gracia asintiendo.

Él siguiente fue Mujo que la envolvió en sus brazos con cariño como si de un hermano mayor se tratara.

— Es mi turno, shu, shu — expresó en broma Aso abrazándola por atrás. 

— ¡Ya la han abrazado mucho! ¡Es mi turno! — exclamó Hanako cruzándose de brazos.

Cuando Mujo se separó pudo ver bien que Hanako, ella decidió abrazarlo y estrujarlo entre sus brazos.

— Es bueno volver a verlos chicos — contestó mirándolos con atención.

Al mirarlos se dio cuenta de varias diferencias, por ejemplo:

Mujo llevaba un anillo de casado.

Aso se veía más feliz que antes y en un momento  se había alejado para responder una llamada, donde hablaba con mucha paz y cariño.

Osoro y Osano tenían sus manos juntas.

Hanako ahora estaba mucho más grande y con una apariencia más varonil pero seguía siendo su niño berrinchudo.

Y Kizano... Seguía enamorado de ella, podía darse cuenta con la adoración con la que le estaba mirando.

En definitiva, ellos seguían siendo sus chicos.

— ¡Pasen o la comida se enfriará! — exclamó con una dulce sonrisa, queriendo pasar un buen rato con todos ellos.

Podían verse como unos adultos ante los ojos de los demás, pero cuando ellos se veían era como volver a esos chicos de  dieciséis a dieciocho años felices, sin preocupaciones antes de aquella tragedia.

Ante los ojos de ellos, Ayano era su niña, con esa preciosa sonrisa que harían lo posible por proteger.

— No vuelvas a desaparecer de esa forma tan fea, ¿vale? — le pidió Aso aunque sonara algo egoísta.

¿Lo haría?

....

Lo dudaba.

A pesar de que ellos ya no estuviesen enamorados de Ayano, a excepción de Kizano, seguían sintiendo un profundo cariño hacia ella porque fue el primer amor de algunos y de los demás fue el que no se olvida, y siempre se lleva una parte de ti.

¡ELLA ES MÍA! [Ayano x Harem]Where stories live. Discover now