Cap. 22: El día de la función

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31 de octubre

Exactamente, es 31 de octubre, día de la función, no estoy, en lo absoluto, nerviosa, porque la verdad, esto lo hacemos todos los años, esta sería mi última vez... Pero no hay que sentirse emocionales, no ahora.

Mi personaje es una persona amorosa, sensible, todo lo contrario a mi amiga de la aldea. Así que debí vestirme de una forma alegre, abro mi placard y agarro (teniendo en cuenta que la historia se centra en el 1960) una falda rosa y una remera blanca con cuello, unos zapatos negros con medias blancas hasta las rodillas, me miro al espejo, lista para preparar mi peinado de los 60s. Me aliso el pelo hasta que me quede ultra liso y en eso me pongo una vincha rosa de las que se usaban en la época y finalmente me pongo el maquillaje.

Bajo las escaleras y me encuentro con mis padres sonriendo de una manera, ¿Qué pasó? ¿Me dirán que ya no me tengo que despedir de mis amigos? Pero lamentablemente eso no es lo que pasó:

—Listo, Hija, ya tenemos todo listo para la fiesta de hoy, —miro alrededor, tienen razón, todo quedó impecable —nos podemos ir. —Estaba tan feliz, iba a invitar a mis amigas, a Joaquín, a Matías y a sus amigos que ya me los había presentado y me cayeron súper bien.

—Yo pensé que era una obra de adolescentes, no de personas todas rosas. —bromea mi hermano Fausto, sonrío.

Al subirnos al auto me doy cuenta de que están quedando pocas oportunidades para contarle a Matías que me voy a mudar. Tengo mucho miedo de que me valla y no le haya contado, seguro se sentiría traicionado, a mí no me gustaría sentirme así o que él pase por eso.

¿Ustedes creen en las relaciones a distancia? Porque yo no, pero no tengo que ponerme mal, no en este punto, hay que tratar que funcione, en eso empiezo a sollozar tratando de que mi familia no me escuche. Pienso en los años que pasé en mi colegio, en Mati y en mis amigos, pero sobretodo en Mati, lo conozco formalmente hace unos cuantos meses, pero no nos importó eso, yo sé con certeza que lo amo, hoy y siempre.

Tengo ganas de llorar pero no puedo porque mis padres y mi hermano están presentes y además tengo maquillaje y sí lloro podría borrarse, así que me contengo.

Al bajar del auto me encuentro con mi grupo, las saludo y nos vamos caminando al teatro.

—Ya estoy transpirando —exclama Isa, es siempre ella quién se pone nerviosa.

—¿No te pusiste desodorante? —se burla Caro

—¡Callate, vos! —responde Isa

—Basta, vaya qué lío. —dice Lara

—Bueno..

Hasta ahí nuestra conversación.

Entrar al teatro y a la vez tocarlo con mis pies me generó un ataque de nostalgia, pero enseguida de me quito porque las chicas iban a hacer el saludo de “Buena Suerte” sin mí.

***

Después de un buen rato de ver las increíbles obras de los demás, llegó nuestro turno, Isa estaba a punto de un ataque de ansiedad, lo resolvimos, siempre lo mismo con ella, no me quejo, la verdad ahora creo que el próximo año voy a extrañar que lo haga...

Espero paciente mi turno de salir junto a Lara que con ella nos reímos en silencio de que a Isa se le olvida su texto y Caro tiene que improvisar y antes de hacer eso la mira con ojos que matan, claro que eso solo lo nota nuestro grupo y la profesora. Llega nuestro turno de salida, al hacerlo me reencuentro la mirada de Mati y a eso le sonrío ampliamente, hasta que me doy cuenta que todos me vieron hacerlo y decido seguir con la obra.

El Chico del ColectivoOnde histórias criam vida. Descubra agora