Cap. 7: Joaquín

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Era viernes a la noche. Día de la fiesta.

Vi mi placard lleno de ropa, pero nada me agradaba. Rebusque y rebusque. Mi mamá lo odia. Hasta que encontré un conjunto que dice "Fara".

Un saco que se usa en las oficinas, pero verde. Elegí ese color porque combina con mi pelo. Una remera con cuellito, blanca y corta y por último un pantalón ancho.

Me miró al espejo y me preguntó: ¿Cuándo se acaba esto? ¿Hay final? La respuesta no la sé pero siento que sería un rotundo "No". Rompo a llorar. Veo cómo mis lágrimas llegan hasta mi remera y la mojan.

Me seco las lágrimas al escuchar los pasos de mi Papá para decirme que si estaba lista.

- ¿Estás? -Dice él.

- ¡Ya voy! -Digo rápidamente con tono lastimoso.

- ¡Dale que el colectivo se va! -Me repite.

Bajé corriendo de las escaleras. Aunque sé que esto no va a servir.

Mis papás me dan un beso en la mejilla y yo les devuelvo el gesto. Me despido y me subo al colectivo.

Me acomodo en un asiento libre. Veo como las personas vienen y se van.

Siento que la vida es así. Conoces por fin a una persona con la que te sentís cómoda, que te escucha, que te cae bien y de repente se va y vos sabés que no va a haber otra persona igual. Con el chico del colectivo me pasa igual, aunque no lo conozco siento que me habría sentido así.

Te preguntas porque se alejó. Te sentís culpable, inservible, no suficiente para nada y para nadie.

Y ¡bum! Terminaste siendo igual que los demás. Ahora ya no sos esa hormiga roja entre otras negras. Sos como el resto.

¿Triste, no?

Me doy cuenta que me pasé de parada. Le digo al colectivero. Bajo, y me voy corriendo hasta la cuadra donde vive Caro.

Pienso en tocar el timbre pero con la música que hay no se va a escuchar. Está al volumen máximo. Me quedo esperando por unos instantes, hasta que ví a unas de las hermanas de Caro, Sofía. Es de ojos marrones, con el pelo castaño, ondulado y recogido, tiene 12 años todavía. Me parece que serían buena pareja mi hermano y ella.

Al reconocer lo que pensé niego con la cabeza rotundamente, ¡apenas se hablan!

Ella me reconoció al minuto que la ví. Me abrió, la saludé y le agradecí.

La fiesta era en el patio, así que ahí fuí. Cerca había una mesa blanca con todo tipo de comida y bebida. Ahí me recibió Lara con un cálido abrazo.

Para comer elegí unos Takis y unos trozos de pizza. Para beber, agua, demasiada agua.

Al intento de querer agarrar unas papas fritas me encuentro con el Hermano de Caro, Joaquín. Tiene la misma edad que nosotras. Es morocho de ojos marrones y pestañas largas, es de carácter dulce y a la vez un poco fuerte por lo que nos cuenta Caro, yo y mi hermano somos igual, la verdad no conozco a ningún hermano que no sea igual.

Voy a admitir que hubo un tiempo que gusté de él. Espero hacerlo de vuelta, así me olvidó de él...

- Hola de nuevo, hace tiempo que no te veo, "Piojo". -Bromeó, así me llamaba él. Es una historia larga.

Yo volteo mi cabeza para mirarlo y saber si era a mí a la que le estaba hablando.

- Claro, "Bicho". ¡Si vamos a la misma clase! Pero da igual. Solo para alagarte y que me pases las respuestas de matemática te digo que te ves bien -Digo yo.

- Gracias, pero no puedo decir lo mismo de vos. -Bromeó otra vez. No puedo evitar sonrojarme cada vez que lo hace.

Le golpeo el hombro y él suelta una suave carcajada.

- Está bien, está bien, ya entendí. Pero enserio estás bellísima está noche, y creo que por tu alago, no te voy a pasar TODAS las respuestas, solo te voy a pasar las que YO quiera. -Dice él en tono galán.

-Gracias. —Digo con tono coqueto.

Voy a revelar que tengo la cara completamente rosada. Pero si el chico estaría en el lugar de Joaquín, yo tendría la cara roja.

¡Maldita sea, lo recordé!

- ¿Si estás dispuesta, querés que te invite a bailar? —Pregunta cortésmente y a la vez avergonzado.

- Acepto. —Digo sonriente y sonrojada.

Mientras íbamos a la pista, recordé como, de chica, me ponía cuando estaba con él, me latía el corazón muy rápido. Pero no tanto como cuando estoy con él chico. ¡ay! ¡Lo recordé devuelta!

A caso soy tonta! No me voy a poner a llorar en una fiesta. Se supone que tengo que olvidarlo.

...

El baile fue precioso.

Aunque me sonroje ante Joaquín no significa que me lo pude sacar de la cabeza. Voy a hacer lo posible para sacarlo de mi vida. Totalmente. ¡¿Escuchaste chico del colectivo?!

Al acabar la fiesta me despedí de Joaquín y de las chicas. La demás gente no la conocía.

- Fara... quiero que sepas que la pasé excelente está noche. —Me dice con una sonrisa hermosa.

- Yo igual. —Digo, devolviéndole el gesto.

- Este...¿Querés que te invite a salir el próximo sábado? —Me dice.

- Me encantaría. —Digo complacida y ilusionada de olvidar.

El Chico del ColectivoWo Geschichten leben. Entdecke jetzt