Cap. 17: Una tarde con él

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Llegué a mi casa con la mochila arrastrándola por el piso. No paro de pensar en la prueba. ¿Me irá bien? Capaz, máximo siete, pero por poco. Tengo que ser realista, todo puede pasar puedo sacarme un jodido cinco o un magnífico ocho.

Pero por otro lado, pienso en que voy a pasar la tarde en Matías. Cuando lo pienso, mi cara decepcionada se transforma en una sonrisa.

Decepción. Esa palabra cobro significado en mi vida desde los catorce. Eso es lo que siento cada vez que entro a esa jodida clase, decepción de mi misma. Mis papás trabajan para las matemáticas, mi hermano es un genio en ello. Y por otro lado estoy yo, a la que aprueba apenitas con un siete, mi familia debería estar decepcionada. Pero no lo están, o al menos no lo demuestran.

Abro mi placard sin dejar de pensar en ese jodido tema. Siempre lo mismo conmigo, pensando en negativo. Es como si mi cabeza fuera un imán para ello. Y por más que lo intente no logro sacar ese estúpido pensamiento de mi.

Agarro una ropa casual, pero no tan casual. Es una remera corta de color blanco y arriba un buzo blanco y de fondo en dino con lentes de sol en una patineta. Un pantalón normal: un color intermedio entre negro y gris con elástico en la cintura y en los talones.

Camino por el pasillo y bajo las escaleras. Me dirijo a mis padres.

—Pa, Ma —llamo.

—¿Qué? —Responden al insomnio.

—¿Puedo salir a las 6 con Matías?

—¿Quién?

—El que me gusta —digo y me miran confundidos —¿el del colectivo? —Aun me siguen viendo confusos —¿Con el que tuve una cita y ustedes fingieron ser desconocidos para vigilar?

—Ahhh —y otra vez responden al insomnio —Podés ir —los miro ilusionada —pero con una condición, hay que hacer lo mismo que la vez anterior —Ok, puedo ir —hasta que confiemos en él.

—Dale —Sonrío triunfante.

—Y si querés, nos lo presentas y nosotros fingimos que no lo conocemos, ok? —agrega mi mamá.

—Ok, gracias

Bueno, al menos tenía el permiso para salir.

—Ah, pero Fara, contanos cómo te fue en la prueba —esa pregunta la hizo mi papá. ¿Qué les digo? ¿Que me fue bien? No creo, pero nadie sabe mi nota y además tengo que ser positiva delante de mis papás.

—Bien —dije y sin más preanbulos me fui.

Siendo sincera fue unas de las primeras veces que me siento tan mal por una jodida prueba. Es que eso podría hacer que me cambie de un  colegio normal a uno que se especialice en ayudar a los chicos que no entienden tan bien matemáticas. Yo tengo amigos ahí, y me costó conseguirlos y ahí también tengo a Matías, que justo hoy tenía que proponerle lo de salir. Justo cuando me siento distraía o preocupada. Ahora no queda otra que ir y tratar de aprovechar la tarde con él.

*****


Lista para ir.

Estoy emocionada, pero no puedo sacar de mi cabeza la prueba, no quiero irme.

Y si, al lado mío están mis padres. No me incómoda, ya superé esa etapa que me avergüence cualquier cosa. Y estoy orgullosa por ello. Pero como cualquier ser humano me pasan cosas parecidas.

Ya bajé del colectivo, le avisé a Matías por celular dónde nos encontraremos: En la plaza de la flor, (sigo sin saber el nombre) unos de los lugares que fuí la otra vez. Es una maravilla. Mis papás van a estar a la otra punta, obviamente, vigilando. No me molesta, pero si tengo la posibilidad de que no lo hagan sería grandioso.

El Chico del ColectivoWhere stories live. Discover now