Capítulo 9

2.7K 403 17
                                    

Holi ❤️ este cap es cortito pero sentimental, además, se bien muchas cosas y esto es media antesala 👁〰️👁.

Espero les guste, es +18 7u7.

_________

THERINE

No puedo dejar de ver el espejo.

Agustín besa mi cuello lento pero certero, tocando exactamente los puntos sensibles, haciéndome soltar suspiros que quieren salir como gemidos que trato de reprimir. No quiero que me escuchen en los penthouse contiguos.

Pero incluso a pesar de eso, no puedo dejar de vernos en el espejo.

No debí moverme para volver a estar abajo, esto es una locura.

No obstante, tampoco quiero detenerme. Menos ahora que estoy completamente desnuda a su merced.

De verdad esto no debería de ser sano.

—¿Traes condones? —Se me sale preguntar, y verme en el espejo hacer esa pregunta, me causa gracia, así que me hago una mueca a mí misma para no reírme.

—Sí, deja los busco. —Se levanta y busca entre sus cosas en la sala. Yo me quedo viéndome en el puto espejo porque no puedo evitarlo. Las luces están encendidas así que mi cuerpo se ve claro en cada parte. Cruzo las piernas y suspiro. También llevo una de mis manos a mis senos y rebelde los toco lento.

Vale, se ve exitante. Pero sigue siendo raro para mí.

Bajo mi mano despacio por mi abdomen...

—Oye, no te disfrutes sin mí, campanita. —Su voz sale ronca.

Yo me río por la mamada que acaba de decir.

—¿Campanita?

—No me juzgues, no sé qué apodo sexual ponerte, tu nombre me recuerda a Tinkerbell.

Me río más fuerte, incluso él lo hace. Sin embargo, las risas no duran mucho, porque vuelve a lo que estaba. Incluso me abre las piernas y se aloja con su torso en ese lugar. Mis senos justo quedan cerca de su boca por lo que empieza a chupar uno de ellos.

—Oh, Dios. —Me cubro la boca y veo cómo se ve todo esto en el espejo. Mientras, también lleva su mano a mi vientre y lo soba suavemente andes de ir más abajo.

Sin aviso mete un dedo para comprobar qué tan mojada estoy.

Y puedo admitir que estoy completamente lista para que meta más que eso.

A ver, recapitulemos, ¿cómo llegamos a esto? No sé, pero se siente tan bien desde que me besó después del baile. Sus labios provocaron en mí escalofríos en mi espalda. Mi boca sintió una electricidad, luego todo se fue a mi pelvis y solo quería que estuviera dentro de mí.

Y ya, no lo entiendo, he convivido con Agustín estas semanas, pero en ningún momento de todo este tiempo me provocó nada, es más, me ha caído mal su actitud tan ligera y tan fresca, como si no le preocuparan todos los problemas a los que nos vamos a enfrentar una vez a que volvamos a casa.

Son las hormonas las que me están jugando mal ahora mismo.

Pues qué sigan jugando, Therine evasiva se ha tomado unas vacaciones mientras dura este asunto.

Agustín mete otro dedo.

—Tus dedos no me sirven. —Me quejo y lo obligo a volver a besarme, incluso lo insto a que me penetre, moviendo mis caderas hacia él.

Y por fin lo hace. Primero lo introduce lentamente y después comienza a salir y volver a entrar.

Nunca había sentido tanta necesidad de tener sexo en toda mi vida sexual, por Dios.

Y probablemente así me sentiré en estos meses, lo peor es que pasaré parte de eso estando con Agustín.

De pronto, sin salir de mí, se acomoda para terminar viéndonos en el espejo. Me embiste suave y el espejo nos permite ver cada detalle de todo. Incluso analizo que mis piernas nunca habían sido tan flexibles y eso me provoca un desconocido placer.

—Pero míranos, estamos teniendo sexo, el espejo en el techo que tanto odias nos lo confirma —dice él, siguendo con su baile. Yo lo miro cada una de sus muecas de placer en ese condenado espejo—. ¿Qué es lo que ves?

—En realidad solo te estoy viendo a ti —confieso, ida.

Lo veo sorprenderse de lo que digo y después voltea a mi cara, yo lo hago por mero impulso. Entonces acelera sus movimientos y pronto la cama tiembla.

Y nosotros solo nos miramos a los ojos.

—Oh, campanita —Agustín se viene después de unas cuantas embestidas más.

—¿Tan rápido? —Digo a modo de burla, pero no me quejo, la excitación de ambos no dio para más. Aún sigo agitada y él parece que igual está alterado.

—La noche aún no termina, mujer. —Suelta una risita y después me toma de la cintura y me acomoda encima de él—. Y aún quiero saber qué más podemos hacer en este tiempo, ¿qué tal tú?

—No sé. —Me río, de un modo coqueto que desconozco totalmente de mí—. Aún hay un sillón del amor que aún no he tenido el gusto de conocer.

—Pues no se diga más. Vayamos por él.

***

Es de madrugada, lo sé, no necesito ver el reloj porque no creo que hayan pasado más de tres horas desde que terminamos nuestro último encuentro de los cinco que tuvimos.

No tenía idea que se podían hacer tantas posiciones en ese sillón y mucho menos que cada una fiera más placentera que la otra y quería más.

Me siento exhausta pero dormir no me resulta una opción ahora. Estoy pensando en lo loca que me he vuelto al haber tenido sexo con Agustín, sabiendo bien que esto no será igual que con mis otros encuentros sexuales. En donde huyo, donde me aterro y salgo corriendo y termino con lo que sea que tenga con esa persona.

Esta vez no puedo huir porque él y yo tenemos un trato, y porque necesito que esto funcione y que mis padres crean que él es el padre de mi hijo.

Nunca me han gustado tener parejas porque el matrimonio de mis padres me ha demostrado que las relaciones amorosas tienen más problemas que soluciones, y que el amor no siempre lo puede todo.

Tadeo siempre me decía que cada relación era distinta. Me lo demostró cada instante que lo vi siendo el novio perfecto para Montserrat, el prometido perfecto, el esposo y padre perfecto. No obstante, también le decía que él y yo, al igual que cada relación, éramos distintos. Mis temores no van a desaparecer, él jamás los tuvo, porque siempre confió en los sentimientos que Montse tenía por él y los que él tenía por ella. Cómo era de amoroso con sus hijos y cómo era con ella, siempre fue una persona maravillosa, el mejor hermano de todos sin duda.

Cuando murió, me encerré en una burbuja y solo podía pensar que la soledad era mi mejor amiga y que solo me necesitaba a mí para ser feliz. Luego llegó mi deseo de ser madre y mi idea de buscar una clínica de reproducción fue lo primero que consideré para lograrlo. Ahorré dinero de mi trabajo en el periódico, y heme aquí: embarazada de cinco semanas, en una habitación de hotel al lado del dormido hombre con el que acabo de tener el mejor sexo de mi vida y pensando que deseo levantarme, buscar mi ropa, empacar mi maleta e irme a casa sin decir nada.

Pero no puedo, porque para mi desgracia, me conviene este estúpido trato.

—¿Estás bien? —Soñoliento, Agustín se gira, terminando con su brazo al rededor de mi cintura.

—Sí. —Suspiro lento—. ¿Podemos volver a casa ya? Quiero decir, cuando amanezca.

De la nada, siento ganas de llorar y no entiendo bien por qué.

—¿Sabes qué? Duerme, hablaremos en la mañana. —Me seco las vagas lágrimas y evito sollozar.

Él por supuesto no me responde porque se quedó dormido. Yo intento no llorar fuerte porque me parece una tontería y me arropo mejor para dormirme. Y, a pesar de todo, el sueño aparece rápido.

Ya empacaré por la mañana.

Un hotel para escapar contigo© [Todo contigo #3] PRÓXIMAMENTE EN PAPELWhere stories live. Discover now