Capítulo 4

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AGUSTÍN

Despierto con un insufrible dolor de cabeza que por supuesto sé que Therine va a celebrar. No tengo muy claro qué pasó anoche, solo sé que hice una pendejada, como normalmente sé que la hago cuando mi padre no me está viendo. Haber traído a Dinora para tener sexo aquí fue algo que no pensé, es más, por un momento me olvidé que Therine estaba aquí, además la llave la traía a la mano porque cuando me bañe aquí ayer en la mañana antes de irme, la puse en uno de los bolsillos de mis shorts.

Me levanto del sofá y la busco por todos lados pero no parece encontrarse aquí, por lo que me decido por acostarme en la cama y suspirar. Es que esto se siente como uno más de mis desastres.

Escucho la puerta abrirse, después cerrarse y pronto sus pasos hasta que llega a la habitación y la veo en el reflejo del espejo en el techo, tiene varias bolsas en sus manos.

—Buen día, borrachín. —Trae una sonrisa exageradamente feliz, solo le falta mostrar los dientes—. Traje cosas para comer, usé mis cupones y el señor de recepción me dio otros más.

Pone a los pies de la cama las bolsas cuando me inclino.

—Y tenías razón, no me salieron tan caros los medicamentos, pero definitivamente solo me quedaré una semana.

—¿Ya fuiste al médico? ¿Pues qué hora es?

—Las doce, fui hace como una hora. —Saca cada cosa, mostrándome platillos preparados metidos en toppers de unicel y algunas frituras, también jugos de varios sabores y dulces ácidos.

Me ofrece un topper y un judo. Yo los tomo en automático, luego, quitada de la pena, se sienta en la cama a destapar tu topper y comienza a comer. Es espagueti con albóndigas y puré de papas.

Comienzo a comer también, sintiéndome raro, ¿no tendría qué seguir enojada? Además, no es como que seamos muy amigos o nos conozcamos tan bien como para tenernos la confianza de comer juntos.

—A ver, regla número uno —dice de repente, captando mi atención, poniendo su plato a su lado, mientras sigue comiendo—. Nada de meter mujeres aquí, ellas han de tener su propia habitación, invítalas a tener sexo allá.

—Vale —acepto y suspiro dejando mi plato medio lleno en el buró—. Yo elijo la dos: no seas desordenada, no me gusta ver cosas fuera de su lugar.

—Puedo con eso... La tres es no volverme a pedir cosas obscenas.

—En serio perdón por eso. —Le vuelvo a decir, muy avergonzado—. No hago esas cosas, fue... de momento.

—Intentaré entenderlo. —Me mira—. No tenemos esa clase de confianza, solo hemos cruzado palabras desde el avión y no es como que nos agradáramos al instante. Nada de pedirme sexo, ya te dije que...

—Sí, sí, que no te acuestas con desconocidos. —Aclaro mi garganta—. Entonces supongo que solo has tenido sexo con el padre de tu hijo que seguro es un amigo de toda la vida, ¿no?

No sé qué dije, pero se comienza a reír, a tal grado, de lagrimear y tocarse el estómago.

—No sé qué chiste he contado —digo, irritado—. ¿Siempre eres así?

—¿Así cómo? —Se limpia las lágrimas y se mete otro bocado de espagueti.

—A todo le encuentras gracia.

—Qué rápido me conoces, señor amargo. —De nuevo se suelta a reír.

—No soy amargo, tú eres una loca.

—No es así, pasa que me causó gracia lo que dijiste sobre el padre de mi hijo.

—¿Qué tiene de gracioso? —Hago una mueca.

Un hotel para escapar contigo© [Todo contigo #3] PRÓXIMAMENTE EN PAPELWhere stories live. Discover now