19 | Igsaui Hosu engulle a los que no lo superan

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—¿Mi abuelo?

Seok Jin dispuso un enorme bol de fruta y un par de tazas de café sobre la mesita, junto al sofá, y su hermana colocó en el centro una cafetera humeante antes de salir de la habitación, en silencio. El aroma a tostado impregnó la estancia.

—No hay mucho que contar. —Le observé verter el líquido negro en los recipientes y servir el hielo—. Era un hombre pobre pero honrado y un gran ejemplo para todos. Andaba delicado de salud y falleció hace tres años.

Me tendió una de las tazas, que me limité a mirar mientras se acomodaba en el suelo, frente a mi, con la suya entre las manos.

—¿Por qué me preguntas por él? —Se interesó, claro—. ¿Estás investigando algo? Tenía entendido que te habían contratado solo para encontrar a Jeon Jung Kook.

Me dediqué a remover el café, en silencio. Por lo poco que había visto, Seok Jin era una persona algo temperamental. Si le confrontaba con la hipótesis que tenía, probablemente se ofendería y me diría todo lo que supiera.

—¿Es secreto profesional? —Ladeó la cabeza—. ¿No puedes contarlo? ¿Qué estás buscando?

—¿Has escuchado alguna vez el llanto del muerto?

Mi pregunta le hizo palidecer.

—No. —Le dio un sorbo a la bebida, incómodo—. Nunca.

—Claro que no —remarqué, despacio—. Es del todo imposible que lo hubieras hecho puesto que ese llanto no existe —expuse—. Solo se trata de una historia que tu abuelo se inventó cuando asumió la alcaldía a fin de levantar la maltrecha economía de un pueblo que había caído en desgracia debido las numerosas desapariciones de niños. Unas desapariciones de las que su propio padre era responsable y que, de algún modo, había que tapar.

—¿De qué estás hablando?

—Hablo de que el fallecimiento de Ahn Ra vino de perlas para que el asesinato de Park Jimin no trascendiera y hablo también de que el hecho de que ahora la gente se tire al lago genera turismo y, por lo tanto, ingresos. —Me pareció que la tez se le agriaba—. ¿No le dijiste tu mismo a Jung Kook el otro día que la leyenda os daba de comer?

Los ojos le relampaguearon de rabia. Ya estaba. Lo tenía justo donde quería. Solo me quedaba darle el empujoncito final.

—Fue tu abuelo el que empezó toda esta mierda, ¿verdad?

—Mi abuelo no tiene nada que ver.

Perfecto. Acababa de reconocer que mi teoría era cierta.

—¿De verdad crees que no? —seguí tirando—. ¿En serio?

—¡Sí, en serio! —Soltó la taza, con tanta fuerza, que el plato botó—. ¡Cómo te atreves a venir a mi casa y acusar a mi familia así! —estalló—. ¡Cómo te atreves a suponer siquiera que hacemos algo tan atroz! ¿Crees que nos inventamos la historia? ¿Que me gusta ver muertos flotando en el lago cada dos por tres? —Me mantuve impasible—. ¡Pues no es así! ¡No es así, mierda! ¡Mi abuelo vio al muerto! ¡Aunque no te lo creas, aquí hay un espíritu!

—Eso ya lo sé —respondí con toda la templanza posible—. Yo también lo he visto.

—¿Qué? —La revelación le terminó de descolocar del todo—. ¿Que has visto a quién?

—Al muerto —repetí—. He visto el alma atrapada y no es una mujer de blanco, empapada y descalza, que vaga por las noches llevándose a los pobres desenamorados como te empeñas en hacernos creer —le solté, sin más—. Solo es un chico normal, amable y, por cierto, muchísimo más considerado que la mayoría de los vivos, que murió porque descubrió lo que el padre de Ahn Ra hacía. —Le clavé una mirada arisca—. Pero estoy seguro de que eso tu ya lo sabes, ¿no? Tu abuelo le conoció y te lo debió de haber contado y además, ¿no presumes de haberte leído todos los documentos del archivo?

IGSAUI HOSU 《YoonMin》 [#PGP2024]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora