Capitulo 3: Roppongi.

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El sabor metálico de la sangre se sentía en sus labios y cada parte de su cuerpo, dolía.

Sus ojos azules se cerraron con fuerza y una vez más lloro en silencio en aquella enorme habitación la cual le pertenecía en su nuevo hogar, Roppongi.

Sus padres habían vuelto, decidiendo vivir en Japón junto a ella, negándole el vivir en la casa de los Sano y habia llegado ahí, a la ciudad acomodada de Roppongi, en una lujosa casa.

Otra vez estaba sola, otra vez volvía a repetir los mismos fantasmas que pensó habían quedado en el pasado, nuevamente la perseguían cada noche.

“Soy una cobarde… por no decir… lo que me hacen...” Se sentó en el suelo, acercando su mano para tomar su celular y ver las llamadas perdidas de Shinichiro.

No había hablado con él, mantenía un contacto, pero jamás le confió el infierno que vivía junto a sus padres y aunque el mayor notaba el cambio de ella, Ángela mentía diciendo que solo era porque los extrañaba y aquello era verdad, pero la razón de su actuar, era otro.

Dejo el celular en silencio, recostándose en el suelo donde se resguardó así misma, no importaba la sangre ni los golpes, solo le importaba que nadie supiera.

No le diria a nadie, el miedo de que su familia se destruyera por completo y su padre dañara a sus seres queridos, era algo que no permitiria aunque eso, le costara su propia salud.

*_*_*_*

Los primeros rayos del sol le dieron de lleno en su rostro blanco, magullado y con un moretón en la mejilla.

No se movió, sintiendo los pequeños golpecitos en la puerta que indicaban que era la joven que hacía las cosas en el hogar y también, quien cuidaba de ella en aquellos estados.

—Señorita Ángela, debe bajar a desayunar— Toco la puerta, esperando respuesta— Sus padres se han ido temprano el día de hoy.
Suspiro tranquila, poniéndose de pie para acercarse a la puerta y abrirle.

La joven abrió los ojos con sorpresa, apresurándose a entrar a la habitación con ella.

La joven de cabellos cafés la tomo de la mano, dirigiéndola al baño privado que había en su habitación, llenando la tina de agua tibia y despojo a la peliblanca de sus ropas, dejándolas en el canasto de ropa sucia.

—No es necesario— Susurro, entendiendo lo que pretendía hacer aquella chica.

—Si no me dejas hablar… al menos… déjame aliviar en algo tu dolor.

—Yume... gracias...

—Entre en la bañera, por favor.

La peliblanca lo hizo y ella, como tantas otras veces, ayudo a bañarla, a acariciarle el cabello e incluso dormir con ella cuando debía quedarse. Yume era una joven soltera, con dos hijos y una madre a la cual mantener, llegando a la casa de Ángela luego que el padre de ella la contratara.

—No deberías participar más en peleas callejeras, mira como has quedado. De seguro te quedaste dormida en el suelo.

—Sí... lo siento— Mintió.

Ángela Lefbvre con el tiempo se había vuelto una buena mentirosa, mintiéndole a Shinichiro, a Mikey, Emma y todo aquel que la rodeara.

—Me hiciste prometer que no le dijera a tus padres, pero Ánge-chan… debes cuidarte más.

—Lo hago, pero hay cosas más fuertes que yo.

—Iré a preparar tu desayuno. ¿Puede usted sola?

"Lo elegí" Where stories live. Discover now