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- Sí, tiene sentido... nunca lo vistei' antes de que se llevara a Perú, y ese día estabai' más concentrado en Perú que en ese humano, así que dudo que le hayai' prestado mucha atención... - El ninfo de flora se separó de él y miró al suelo, murmurando, pronto volviendo a sonreírle - Por suerte, teni' al ser más sabio y memorioso del bosque de tu lado, weon - Dijo, señalándose a sí mismo

La ilusión de Argentina creció en ese momento.


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- ¡Canadá! - Gritaba Argentina mientras corría hacia el nombrado

- ¡Arge! - El canadience corrió hacia él también, tomándolo por la cintura cuando llegó a su lado

El chico estaba nervioso, todavía estaba de camino al bosque por ese prado a cielo abierto, en donde cualquiera podría verlos. No quería que los descubrieran, mucho menos estando cerca de su casa y sus padres.

- ¿Qué estás haciendo aquí? Vamos al bosque - Sugirió, pero el argentino no se movió

- No, es importante, es sobre el tipo que se llevó a Perú - El ninfo sonaba apurado e incluso desesperado con sus palabras, sus ojos reflejaban el claro miedo que tenía al haberse alejado de su hogar

Nunca se había alejado tanto del bosque, era algo incómodo no tener los árboles para resguardarlo del viento ni los sonidos constantes de los animales o las plantas al chocar entre ellas, siempre formando una melodía calmante para su alma.
Allí no era lo mismo, se sentía desprotegido y visible, como un ave de alas rotas siendo perseguida por un depredador... o Perú estando acorralado en aquel acantilado el día que se lo llevaron...
Pero tenía información importante y no iba a perder el tiempo para decirla.

- ¿Descubriste algo más? - Preguntó Canadá esperanzado

- Sí... Su piel - Habló el argentino otra vez - Su piel era azul... azul oscuro, no como el mío -

- ... Un país... - Susurró el canadience bajo su aliento - ¿Algo más? -

El celestino asintió.

- Blaco y rojo también... pintados en su cara... ese fue el hijo de puta que engañó a Perú... - Agregó con rencor, siendo esa la primera vez que Canadá lo escuchó enojado

El bicolor de piel rojiza pensó por unos momentos... Un chico alto, rubio, de piel azulada y marcas rojas y blancas, más encima teniendo un vehículo blanco con el sificiente espacio para meter a un nifno escondido, probablemente una camioneta... sí, las cosas empezaban a cuadrar y sonar familiares, y Canadá lo odiaba...

- ¿Conocés a alguien así? - Preguntó el más bajo

El canadience dudó un poco, pero finalmente asintió con timidez, había en su corazón un peso constante que no podía evitar sufrir.

Los ninfos (CanArg)Dove le storie prendono vita. Scoprilo ora