17

1.4K 166 33
                                    

No hubo mención alguna del tema. 

Ni Thomas parecía dispuesta a hablar sobre sus terrores nocturnos; ni Reid quería presionarla. 

Mientras ella se hallaba a sí misma en el constante dilema de si en realidad debía decirle nada, a nadie, o directamente guardar todo para sí y esperar a que todo pasara. Él intentaba constantemente distraerla con cualquier banalidad que se le ocurriera, alejarla del remolino -que muy seguramente- eran sus pensamientos.

—Agente Thomas, ¿Tiene un minuto?

Alzó su mirada del reporte entre sus manos, hallando a Erin Strauss mirándola directamente, a la espera de una respuesta rápida. La pecosa asintió, dejando la carpeta sobre su escritorio y poniéndose en pie al instante. 

Sus compañeros clavaron sus miradas en la situación, entre confundidos y ligeramente -mucho- intrigados. 

¿Por qué Strauss quiere hablar con Valerie? Se preguntaron entre ellos, intercambiando miradas pero sin emitir sonido alguno. 

¿Y sabe que ella y yo...? Se preguntaba Spencer, casi entrando en pánico. Decidiendo esconder su rostro alarmado entre las carpetas y documentos, tras sus rizos desordenados.

Una vez la puerta de la oficina se cerró detrás de la espalda de la pecosa, empezaron a murmurar entre ellos, especulando. 

—Tome asiento, agente. 

La castaña obedeció, sentándose en la silla frente al escritorio de Rossi -donde se había instalado la jefa de sección. 

—No esté nerviosa, agente—, empezó la mujer, sin siquiera dirigirle la mirada a la pecosa, revisando entre varias carpetas y documentos hasta dar con una que rezaba Valerie Thomas en la portada.

—No lo estoy.

—Perfecto, en ese caso no tendrá problema para responder unas cuantas preguntas. Son preguntas de rutina, banalidades, agente. No será un problema, ¿O sí?

¿Preguntas? ¿Sobre qué? Se encogió de hombros, ocultando en el acto la postura tensa que había adoptado. ¿Acaso sabe sobre Spencer?

—En absoluto.

—Bien—, empezó Strauss, tecleando algo en su computadora unos segundos, para luego leer la pantalla y -aparentemente- compararlo con la información en la carpeta—. Qué edad tiene. 

No fue evidente para su superior, pero la pecosa respiró con tranquilidad al escuchar la primera pregunta.

Si así serían las preguntas, entonces no tenía sentido generar tanto misterio. Gritó escandalizada su vocecilla interna, con su corazón todavía latiendo desbocado -nerviosa. 

—Veintisiete años. 

—Nació el treinta de Octubre, cierto—, la pecosa asintió. Strauss todavía leyendo entre documentos y archivos—. Aquí dice que no terminó sus estudios en ciencias forenses, ¿Por qué razón?

—Oh. Entré en la Academia del FBI—, respondió con sencillez—. Entre eso, mi antiguo trabajo y cuidar de mi abuelo, no me quedaba mucho tiempo. Preferí dejarlo de lado. 

Y, ya que lo pensaba, hacía un tiempo que no sabía nada de su abuelo. El pobre hombre que la había cuidado y criado; seguramente debía sentirse solo, aburrido. 

Hizo una pequeña nota mental para luego llamar al hombre, o, mínimo, enviarle un mensaje. Pues, por irónico que pudiese sonar, el canoso no era tan anticuado como la mismísima Valerie

—Se ha adaptado bien a la Unidad, según veo—, siguió Strauss, desviando ligeramente la conversación. La pecosa asintió—. Cuénteme un poco sobre su relación con sus compañeros. No se preocupe, nada saldrá de esta oficina.

Hide & Seek || Spencer Reid [Criminal Minds] (1)Where stories live. Discover now