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—Te debo una.

—No es nada. Lo que sea por una amiga—, rio el hombre entregándole las llaves a la castaña, las recibió y con una sonrisa se despidió del hombre—. Oh, y ¡Oye!

Valerie giró sobre su hombro, para mirarlo: —¿Sí?

—No te pierdas tanto.

—Seguro.

Desbloqueó el auto y subió de un salto. Intentó recordar cómo se hacía eso, ya que hacía años que no conducía.

Y en cuanto estuvo segura de cómo hacerlo, arrancó y salió de aquel garaje. 

Muy bien, se mentalizó y se recordó, por vigésima vez que -a diferencia de lo que Morgan había dicho- no era una cita. Sino, una salida casual con un amigo. Nunca lo había visto como una cita, y seguramente él tampoco. Eran compañeros de trabajo, incluso amigos... cero interés romántico

¡De verdad!

Además, estaban prohibidas las relaciones románticas entre compañeros, una aclaración muy importante según Hotch -quien, al escuchar a Morgan cantar lo bien que la pasaría en su cita con el niño bonito, no tardó en saltar en la conversación.

Se detuvo en una luz roja, aprovechando estos escasos segundos para escribir un "voy en camino" y enviarlo.

Condujo por las calles atestadas de autos y motocicletas, varios autos ya le habían sonado el claxon -debido a su poca habilidad tras el volante. Pero, ¡Maldita sea, lo estaba intentando!

Finalmente llegó, llamó al rizado y en menos de nada, él ya se hallaba saliendo de su departamento; lo observó buscar con su mirada el auto, puesto que él no sabía en cuál estaba la castaña, Valerie presionó el claxon dos veces, llamando su atención, y entonces caminó hacia ella.

—Hola, Spence—, saludó, viéndolo subir en el asiento del copiloto. 

—Hola, Vale.

—Oye, quería pasar por un lugar primero, espero que no te moleste. Todavía estamos a tiempo—, agregó mirando su reloj de muñeca para confirmar la hora.

Spencer se veía como de costumbre.

Sus pantalones oscuros, sus converse negros, una camisa -en esta ocasión- morada que le quedaba perfecta al cuerpo, y sobre esta un chaleco de lana, notó que incluso fuera de la oficina usaba corbata. También notó que sus castaños rizos desordenados estaban un poco húmedos, por lo que dedujo que había tomado una ducha hacía poco, y esto solo lo confirmó al sentir la suave -pero casi invasiva- colonia que usaba. Sin embargo, el olor del café y -de lo que ella estaba casi segura que era- libros viejos, predominaba. 

Le gustaba el olor de Spencer.

—Claro, no hay problema—, asintió él sonriéndole un poco, abrochando su cinturón seguridad, y con esa acción ella se dio cuenta de que desde que subió al auto en la casa de Jerome -quien le había prestado el vehículo- no se había puesto el mismo. Y entonces, lo hizo. 

—Bien. No tardaremos. Y de hecho, creo que te puede gustar—, murmuró, acelerando por la calle.

El viaje fue corto pero silencioso. En su caso no estaba incómoda por el silencio que se había asentado; Spencer por otro lado parecía que su cabeza maquinaba a dos mil por segundo, miraba por la ventana y jugueteaba con la correa de cuero de su bolso -porque, por supuesto que lo llevaba consigo, ahí dentro llevaba su billetera, teléfono, las llaves de su departamento, y en esta ocasión, su placa y arma -en caso de emergencia, se dijo a sí mismo. Y cómo no, un libro en caso de que se aburriera -cosa que realmente dudaba, pues se trataba de Valerie.

Hide & Seek || Spencer Reid [Criminal Minds] (1)Where stories live. Discover now