𝓛𝒂 𝓝𝒐𝒗𝒊𝒂 𝒅𝒆 𝒎𝒊 𝓜𝒆𝒋𝒐𝒓 𝓐𝒎𝒊𝒈𝒐 // 𝐋𝐈𝐓 𝐊𝐈𝐋𝐋𝐀𝐇

48. "Ella merece la verdad."

Marta

Ivo había llegado a mi casa hacía algunos minutos, insistiendo con que moría de aburrimiento; yo estaba a punto de irme a cenar, pero él me convenció de ir por unas hamburguesas.

Después de tanta insistencia, decidí aceptar; además, me haría bien salir por un poco de aire fresco. Mauro y yo no la habíamos pasado muy bien esta semana. Él está algo más ocupado con todo el tema de la música, y yo lo extraño mucho; pero debo entender que es su laburo, y lo que más ama hacer.

-Dale, ¿nos vamos? -Insistió Ivo, sonriente.

-Dale.

Salimos de mi casa y tomamos un taxi; Ivo le indicó la dirección al conductor, y nos pusimos en marcha. Al llegar al establecimiento, el olor era bastante agradable; además, estaba muriendo de hambre, y mi pancita gruñía para corroborarlo.

-Dale, sentémonos. -Asentí ante la petición de mi amigo, y escogimos una mesa.

-Esta zona se me hace conocida. -Comenté.

-Seguro que es porque allá al frente vive Lit Killah. -Respondió con simpleza, y yo recordé haber venido con Alicia por acá algunas veces.

-Hablando de eso, ¿volviste a hablar con Ali? -Pregunté con algo de temor, después de haber ordenado nuestros pedidos al mesero.

-Está de novia con Lit, y bueno, ya fue, lo acepté. -Sonrió, pero se notaba que estaba fingiendo.

Me apenaba Ivo; sabía que lo que él sintió por Alicia había sido real, sin embargo, uno nunca manda en el corazón, y desde un inicio yo ya noté la química que Lit y Alicia tenían, sólo que ellos nunca quisieron aceptarlo, y se refugiaron bajo el concepto de mejores amigos.

-Ok, todo tendrá sentido en su momento, y sabrás por qué no funcionó con Ali.

-Lo sé. -Contestó.- O tal vez ella se entere por qué no debe funcionar con Lit.

-¿A qué te referís? -Entrecerré los ojos, analizándole.

-Nada, gata.

Nuestras hamburguesas llegaron, y me olvidé de cualquier comentario extraño; sólo me concentré en disfrutar cada mordisco que le daba a la comida.

-Ya es algo tarde, ¿no? -Dijo Ivo, mientras miraba el celular.

-Sí. -Coincidí, viendo que estaban por ser las once de la noche, y el lugar ya cerraba. Ivo y yo nos habíamos distraído chamuyando.

-Dale, es hora de irnos.

Ambos tomamos nuestras camperas, y salimos del lugar. Ivo me pidió que le esperase mientras buscaba un auto que nos llevase de regreso. Yo estuve de acuerdo, y lo vi alejarse por algunos segundos para parar algún taxi; pero fueron segundos suficientes para fijarme que del departamento de Lit salía una figura conocida... Nadia.