45. "Te amo."

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Abrí los ojos de golpe, y me encontré con la oscuridad de mi habitación. Sólo ha sido un sueño, Alicia. —Me repetí a mí misma— Mauro no está aquí.


Cogí el móvil que estaba en la mesita de noche, y miré la hora; las cinco de la mañana, y mi vuelo sale a las seis de la tarde. Suspiré y me tumbé entre mis sábanas, dispuesta a dormir y no volver a soñar con Mauro, pero era jodidamente imposible; mi mente viaja hacia aquellos momentos en los que estaba con él, esos momentos en los que me hacía feliz.


Habían pasado cinco días desde la última vez que lo vi; desde nuestro adiós. Y al parecer, él había respetado lo que le pedí; no había intentado contactarme por ningún medio, y aunque dolía, sabía que lo hacía por mí.


Estos días había evitado ver a mis amigos, a excepción de Marta e Ivo, quienes vinieron a verme ayer; así pude dejar las cosas claras con Ivo, y eso me agradó. Él se mostró herido, pero al final supo entender que yo por él sólo sentía una gran amistad. Marta observaba mis acciones con desaprobación; sabía que quería que Ivo y yo estuviésemos juntos, pero también que era consciente de que mi corazón pertenecía a otra persona.


En un abrir y cerrar de ojos ya era todo más claro, y la luz que entraba por las cortinas me molestaba. Volví a mirar la hora, y me di cuenta que ya eran las nueve de la mañana; me quedé dormida por cuatro horas más, al menos algunas pude dormirlas tranquila.


Mi madre me llamó para el desayuno, y yo, aunque no tenía nada de hambre, bajé sin rechistar.


***


Eran las dos de la tarde, y yo estaba viendo dibujos animados en la televisión; estaba a tan sólo cuatro horas de dejar Buenos Aires, y eso me consumía.


Ya había hecho las maletas, y me había asegurado de que mi madre cuidaría de Daryl muy bien; ella no podía venir conmigo por su trabajo, pero se había encargado de dejarle bien claro a mi padre que si algo llegaba a pasarme, ella misma iría y desataría el infierno.


Tocaron la puerta, y me levanté del sofá para abrir, ya que mi madre estaba ocupada en el baño.


-¿Nos extrañaste demasiado?


Miré incrédula a mi amigo, y sin pensar me abalancé sobre Kitty. Él me correspondió muy entusiasmado, y entonces me fijé que no era el único que estaba en la puerta de mi casa. Tiago, Paulo, Isa, Marta, Enzo, Martín, Rusher, María y hasta Camila esperaban, sonrientes.


-¡No me lo creo! -Exclamé con alegría mientras todos sonreían; fui a saludarles uno por uno, me sentía tan feliz por verlos... Pero a la vez, sentía la ausencia de la persona que más feliz podía hacerme.


Los dejé pasar, y nos acomodamos en mi sofá. Comenzamos a hablar de todo este tiempo en el que no nos habíamos visto, y me dijeron lo típico de "te vamos a extrañar"; les pedí que no hablásemos de eso, que aún había tiempo para estar juntos, y ellos accedieron.

𝓛𝒂 𝓝𝒐𝒗𝒊𝒂 𝒅𝒆 𝒎𝒊 𝓜𝒆𝒋𝒐𝒓 𝓐𝒎𝒊𝒈𝒐 // 𝐋𝐈𝐓 𝐊𝐈𝐋𝐋𝐀𝐇Where stories live. Discover now