Epílogo

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Por primera vez en casi un año, Gabriel salió de trabajar antes de que anocheciera. Se sentía agotado y lo único que deseaba era llegar a casa junto a Ana. Habían sido duros meses de sacrificio y arduo trabajo para poder montar su propia empresa de seguridad privada, pero lo había conseguido y estaba orgulloso de sí mismo, de sus logros y del rumbo que por fin había tomado su vida.

Aunque estuvo a punto de aceptar la propuesta de Pablo para que se uniera a las fuerzas, semanas después de mudarse a Misiones, terminó rechazándola. Lo suyo iba por otro lado, pero no porque no se sintiera capaz, como tal vez le habría pasado antes, sino porque no compartía la misma vocación de servicio. A él le gustaba más lo privado, eso que Emilio le había enseñado cuando trabajaba bajo su ala, y la idea de ser su propio jefe no le desagradaba tampoco.

Por supuesto, no lo había hecho todo solo. Su viejo amigo lo había ayudado al ponerlo en contacto con ex agentes de impecable trayectoria que, por diversos motivos, no se encontraban activos y buscaban dedicarse a algo que estuviese relacionado, pero que no implicara tanto desgaste físico o exponerse al peligro. Y también había recomendado sus servicios a figuras importantes de la política con los que tenía relación debido a su profesión.

Lucas, por su parte, también colaboró y, junto con Ana, desarrollaron un software que monitoreaba, por medio de GPS, tanto al personal de seguridad como a los vehículos de la flota utilizados, accediendo a su ubicación en tiempo real. Esto le permitía tener mayor control sobre sus empleados y poder brindar una respuesta inmediata ante cualquier posible eventualidad. Tras lo sucedido en Buenos Aires, no quería tener que depender de los tiempos de otros para poder hacer su trabajo. Y no se había equivocado. Esta era una de las características más buscadas por sus clientes y lo que lo diferenciaba de las demás compañías.

Dispuesto a sorprender a su mujer y compensarla por todo el tiempo que pasaba fuera de casa, encargó la cena en su pizzería favorita mientras cruzaba la calle para entrar en la florería y comprar un ramo de seis rosas rojas; su color preferido desde que la había visto con aquel osado y sensual vestido durante el show en el que estuvo a punto de cargarla sobre su hombro y bajarla del escenario. Esperaba que, con esos pequeños detalles, sintiera lo importante que era para él. Y tal vez, si no estaba demasiado cansada —su trabajo también era muy demandante—, podrían compartir una velada romántica.

Con esa idea en mente, se apresuró a entrar en el edificio y llamó al ascensor. Aunque no podía quejarse del pequeño departamento en el que vivían, lo cierto era que no veía la hora de mudarse. Le gustaba contar con espacio y extrañaba mucho tener un lugar al aire libre donde poder hacer un asado a la parrilla o simplemente, sentarse a tomar un café y apoyar los pies descalzos sobre el césped. Por fortuna, acababa de cobrar el dinero de la venta de su casa y pronto empezarían a buscar propiedades por la zona.

Todos sus planes para esa noche se derrumbaron nada más abrir la puerta. En el medio del living, Emma saltaba sobre el sofá riendo sin parar mientras Ana la sujetaba de las manos para que no se lastimase. Frente a ellas, Tomás, el hijo de Pablo y Daniela, las observaba, divertido. Sin duda, habría creído que no volvería hasta tarde y por eso aprovechó para invitar a los pequeños. Al parecer, iba a tener que postergar la intimidad para otro momento.

—¡Tío Gabriel! —gritó la niña de repente y toda su frustración se evaporó en un instante.

De alguna manera que todavía no terminaba de entender, la pequeña hacía lo que quería con él. Tal vez porque era muy parecida a Ana con esa chispa e inagotable alegría que la caracterizaba, o quizás por la dulzura que transmitía, la cual era la misma que había conocido en Lucila. Para su alivio, las cosas con ella estaban menos tensas, y a veces, incluso, podía jurar que sonreía cuando los veía juntos, como si le resultase divertido el intercambio entre ellos.

Su última esperanzaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora