Capítulo Doce

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-Así que él es Liam, eh... Es muy lindo.

La voz de su hermana lo sacó rápidamente de su pequeña burbuja. Las mejillas del castaño tomaron un leve color rojizo, apartó con rapidez su mirada de Liam para dirigirse hacia la de ojos marrones.

-Tara... -reprendió el castaño sin poder esconder su nerviosismo, sabía que su hermana era de tramar o hacer tonterías, pero ese no era el mejor momento.

-Parece que hoy llegó temprano -antes de que el menor pudiera decir algo, la mayor bajó el volumen de la música y dirigió su mirada al rubio, con una amplia sonrisa hacia el chico, que casualmente la estaba mirando. No estaban a más de dos metros, cosa que alertó aún más al castaño-. ¡Hola! -saludó alegre la castaña.

-¡Tara! -reprendió nervioso el menor de los Raeken para, acto seguido, darle un ligero, pero brusco, empujón a su hermana. Bajó con rapidez del auto y cerró de un sonoro portazo-. Lo siento, mi hermana está loca... -se disculpó el de ojos claros.

-Hola -devolvió el rubio con timidez acercándose un poco más a ellos, volteó a ver a Theo con una sonrisa-. No seas grosero, ella es amable, a diferencia de ti -bromeó el chico con una amplia sonrisa.

-La puerta no es de goma, niño -bufó la mayor a su hermano y luego le sonrió al de ojos celestes-. Liam, ¿Cierto? -el nombrado asintió-. Es un gusto, mi hermano me ha contado de ti. Soy Tara, por cierto.

-Un gusto, Tara -dijo el pequeño con una sonrisa amistosa.

-¿No debes irte? Digo, quizás quieres avergonzarme aún más y llegar tarde a la Universidad -soltó molesto el más alto.

-Bien, ya me voy -murmuró agotada la castaña, para luego dirigir su vista a Dunbar-. Espero verte pronto, me agradas. Te veo en casa, Allen, por cierto, hoy tú cocinas. ¡Suerte en la escuela!

Sin decir más, arrancó el auto y se fue, dejando a ambos chicos con una sonrisa y un leve sonrojo en las mejillas. Theo quería que en ese mismo instante se abriera un agujero en el suelo y lo traga completo, y si era posible, lo dejara enterrado por al menos un año, o seis meses, así luego de ese tiempo, Liam no recordaría lo sucedido. Pasados unos minutos, el rubio decidió preguntar aquello que le rondaba por la cabeza.

-¿Allen? ¿No te llamas Theodore? -realmente estaba confundido en ese momento.

-Sí, de hecho me llamo Theodore Allen Raeken. Odio mi segundo nombre, pero a mi hermana le encanta llamarme así, pero no entiende que fuera de casa, o cuando hay gente, no tiene que hacerlo -murmuró apenado el castaño-. Por cierto, lo lamento, Tara es demasiado... ¿Cómo decirlo? Directa y sin escalas. Piensa algo y automáticamente lo dice, no puede contenerlo. -se disculpó aún más humillado que antes, si es que eso era posible.

-No te preocupes, Tara es realmente grandiosa, me encantaría ser como ella. A mí me cuesta decir las cosas que tengo en la cabeza, soy demasiado tímido para eso -dijo sin pensar, con una pequeña sonrisa en su rostro-. Y no me parece una mala idea pasar una tarde con ustedes en tu casa, sería divertido.

-Me encantaría -soltó el ojigris, ni siquiera llegó a su cabeza, salió por su boca directamente desde su corazón. Al notar lo que dijo carraspeó levemente su garganta y suspiró bajo-. Pero no quiero que Brett se enoje conmigo, lo lamento...

-¿Por qué se enojaría? -indagó confuso el rubio y con una pequeña sonrisa, mientras ambos, de forma instintiva, caminaban hacia sus casilleros.

-Es complicado... Mira, mi amigo suele... ¿Cómo explicarlo sin hablar mal de él? -pensó en voz alta sin darse cuenta, al parecer el simple hecho de estar junto a Liam, lo hacía hablar sin pensar y decir más tonterías de lo habitual.

-Lo sé, se ilusiona mucho, y demasiado rápido -comprendió el más bajo con una sonrisa-. Pero eso, a mí al menos, no me importa. Yo le dejé muy claras las cosas, y sólo vamos dos citas, temo que si salgo una próxima vez, me pida matrimonio -susurró horrorizado el chico, consiguiendo que el mayor comenzara a reír como tonto, aquella risa dejó totalmente fascinado al más bajo-. Tú también tienes una linda risa... -susurró Dunbar de forma inconsciente.

-Gra-gracias... 

Los chicos comenzaron a guardar y sacar cosas de sus respectivos casilleros con una sonrisa en sus rostros. Todo iba bien, hasta que el castaño escuchó a alguien acercarse por detrás de él. Volteó levemente la cabeza hacia el lado contrario al de Liam, encontrándose con Stiles recargándose en la pared.

-Buen día, Stilinski -saludó el castaño, volviendo a hacer su tarea de guardar los libros que necesitaría para sus siguientes clases.


Un Juego De Niños // THIAMWhere stories live. Discover now