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Aquella fina capa de sudor cubría su pecho desnudo que baja y subía con rapidez, debido a la fuerza de los movimientos realizados. Se entregó por completo hacia aquel cansancio dejándose caer de espaldas hacia la delgada colchoneta que cubría el piso.
Aquella rutina de ejercicios en particular, aunque diminuta, lo dejaba agotado debido a su intensidad.
Cuando tomó el suficiente aire reponiendose, se levantó limpiándose el sudor de la frente con una toalla.

Todo parecia marchar bien desde la mañana, quizás demasiado bien. Aquella sonrisa y sensación de bienestar no abandonó su cuerpo ni un instante a lo largo del día. Cualquier persona que estuviese en su presencia podría notarlo, de por si Sebastian poseía esa energía que trasmitia tranquilidad y sosegaba a quienes estaban a su alrededor, pero en esta ocasión brillaba con mas intensidad.

Mientras las páginas pasaban y las letras flotablan creando los escenarios de aquel libro, mas se daba cuenta que el libro era muy diferente a ella. Aunque Sebastian trataba de unir pequeñas lineas hacia Alisson, no encontraba la forma. Lo que sí venía a su mente era la imagen de la chica sobre el sofá acurrucada junto a una lampara de noche repasando las páginas del libro que ya conocía tan bien.
Pero tan rápido como un suspiro, la imagen desaparecía dejando su cuarto vacio y su interior replicando pequeños temblores confusos.

Sebastian cerró el libro un momento y tomó su celular revisando su lista de contactos, donde por supuesto faltaba ella. Pero ese pensamiento fue atravesado cuando dejó de deslizar la pantalla cuando el nombre de Leanne apareció, sintió un impulso de querer presionar la tecla verde pero no duró demasiado, cerró los ojos y negó con la cabeza; él mismo habia terminado la relación y no tenía sentido pensar en el pasado.
En cambio, decidio borrar su contacto, no por odio ni por incomodidad sino que lo hacia porque quería soltarla de alguna foma y dar espacio a lo nuevo que ahora estaba dispuesto a buscar.

Volvió a tomar el libro pero su paz no duró mucho cuando cinco minutos después su mismo celular sonaba insistente, lo peor de todo era que el número era desconocido para él.
Al quinto intento de seguir con la lectura, ya harto, lo tomó con molestia dejándolo en modo avión y tirado sobre la mesa de la sala.
Decidiendo subir a su habitación para buscar un poco de paz las ultimas horas del día.

(***)

Las sabanas estaban revueltas y un par de almohadas habian caído al suelo.
Supo que habia dormido toda la noche en mala posición cuando el dolor en el cuello le torturó demasiado al querer incorporarse en la cama.
Se levantó despacio y se dió cuenta de que su alarma no habia sonado, buscó su celular por la cama pero no lo encontro, en cambio se encontró con el libro... Éste estaba con hojas arrugadas dolorosamente marcadas... Vió tambien un par de rasgaduras.

–Alisson me mataria, arrojándome por la ventana en ese mismo instante– pensó, si aquello le hubiera pasado a su libro.

Sintiéndose mal por el crímen cometido, llevó al libro con él hasta la sala, observándolo mejor cerca de la ventana.

—Lo siento Ali —dijo repasando las dañadas hojas una vez más. Suspiró entonces dejando el libro cerca del barandal, contemplando hacia afuera donde vió que las calles estaban mas animadas que de costumbre.
Con una expresión de duda volteó y vió con el rostro pálido como su teléfono estaba alli, en la mesa. Donde lo habia dejado la noche anterior antes de ir a la cama.

—Oh por Dios —murmuró apenas, cuando se dió cuenta de la situación.

Era tarde. La hora transcurrió sin él y ahora iba a pasarle una gran factura.

***

—Estupido —dijo para si mismo en voz alta, mirando la hora en su celular mientras caminaba apresurado por la calle, para su suerte ya estaba mas cerca— eres un soberano estupido Stan.

𝑺𝑬𝑴𝑷𝑰𝑻𝑬𝑹𝑵𝑶 || 𝑉𝑒𝑟𝑠𝑖𝑜́𝑛2 𝑺𝒆𝒃𝒂𝒔𝒕𝒊𝒂𝒏Donde viven las historias. Descúbrelo ahora