8☕00

748 97 36
                                    

Parecía que aquel dia todo y todos estaban en su contra. Molestandose o poniendo en su boca palabras que no dijo. Deberia estar acostumbrado pero le molestaba,  este dia más en particular.

—Leanne se molestó conmigo —repuso de mala gana cuando su amigo le pidió hablar por la cara que traía encima.

—Algo tienes que haber hecho —volvió a preguntar con una pequeña sonrisa, esperando que solo sea una minúscula pelea de parejas— ¿Que hiciste?

Sebastian chasqueo la lengua y frunció los labios.

—Mi mente divago por unos minutos y dejé de escucharla. Esta furiosa y no responde mis llamadas.

—¿La ignoraste? ¿Por qué?

Estaba a punto de decir que por nada en especial, pero lo recordó. Cerró los ojos con arrepentimiento «estaba preocupado por otra persona» pero no de una manera romántica.

—Si fue mi culpa —acepto— estamos sobre una cuerda floja desde hace semanas y creo que no estoy aportando cosas buenas. Esto esta estancado en un pensamiento que se niega a dejar de dar vueltas en mi cabeza y marea mi vida. Es ridículo.

El mesero dejó sus órdenes en la mesa y lo primero que hizo Sebastian fue darle un sorbo al cafetería caliente, aun sin azucar.

—Solo sácalo, para bien o para mal. No te será bueno ahogarte tú solo por solo suposiciones.

—Buscarle una “solución sacándolo”... No lo habia pensando antes. —respondió con sarcasmo Sebastian haciendo que su amigo riera, mas él no.

Vaya que si habia pensando aquello. Pero el problema en vez de disminuir crecia, provocando que pensará mas en ello y trayendo mas dudas con ello:
«Vamos Sebastian, por que te estas cuestionando algo que no sientes? » «intentar fingir algo que solo se encuentra alli por horas, mas no por dias. Deberia tener un fin. Si debería»

Esa desesperante sensación de tener algo atorado en tu garganga sin poder quitarlo ni con el agua que tengas en frente. En este caso: algo que ni el café caliente puediese pasarlo. Nuevamente el café quemó su garganta al beber un sorbo sin embargo no quitó esa molesta sensación.
Frunció los labios con desgana y volvió a apoyarse en el respaldo de la silla con los brazos cruzados, estaba cansado podria dormirse allí mismo de no ser por el amigo que lo acompañaba aquel dia.

—Deberia disculparme con Leanne... —volvió a decir cuando su amigo estaba en silencio— de la manera en
la que ella quiere y espera desde hace mucho.

La risa de su amigo volvió a hacerse presente. Sebastian lo miro con duda.

—¿Por qué suenas como si estuvieras aceptando una pena de muerte?

(********)

El ambiente era suave. La melodía de aquel piano daba demasiada tranquila alrededor. Las velas, que eran lo único que daban luz en medio de la oscuridad lo hacian sentir extrañamente comodo. Ella lo sabia, aunque no estaba seguro si eran totalmente de su agrado ya que aquella escena no le habia causado la menor impresión cuando cruzó su puerta. Pesé al frío de aquella noche acudió a su cita en su departamento y se habia puesto un vestido que daban luz a su pelo resaltando sus ojos. Aún en silencio tomó asiento deshaciendo del abrigo. Cruzó las manos sobre la mesa, entre la luz de las velas, rosas de un color rojo intenso adornaban el centro de la mesa, rojo al igual que el labial que ella usaba en ese momento. Su cabello caía de manera tentadora por su cuello descubierto. Nadie podría quitarle la vista si caminara con ella en la calle, pero aún asi no se encontraba normal. Sebastian no podia leer si seguía molesta o estaba... Decepcionada.

𝑺𝑬𝑴𝑷𝑰𝑻𝑬𝑹𝑵𝑶 || 𝑉𝑒𝑟𝑠𝑖𝑜́𝑛2 𝑺𝒆𝒃𝒂𝒔𝒕𝒊𝒂𝒏Donde viven las historias. Descúbrelo ahora