La gran serpiente de Ju-sen-kyo

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Ranma ½ no me pertenece.

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Fantasy Fiction Estudios

presenta

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La gran serpiente de Ju-sen-kyo

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El Cairo, 1929

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—¿Necesitan transporte? —preguntó Ranma.

Estaba de brazos cruzados, apoyado en la pared de un colorido edificio a la salida de la estación de autobuses. El cabello trenzado le caía sobre un hombro y estiraba los labios poniendo su mejor sonrisa.

Akane Tendo lo miró con recelo, sosteniéndose con un brazo el sombrero que la cubría del sol. A su lado estaba Sayuri, que se apoyaba en su hombro, porque se había descompuesto con el calor y el hedor espantoso del autobús que las había llevado desde el hotel hasta las pirámides. Akane recorrió a aquel hombre extraño con la mirada y estuvo segura: iba a rechazarlo.

Pero Yuka ya había corrido hacia él y se le colgaba del brazo haciéndose la desvalida. Akane puso los ojos en blanco y se acercó, arrastrando a Sayuri, que usaba un abanico para echarse aire lánguidamente.

—¡Oh! ¿No es maravilloso encontrar a un japonés en este lugar horrible? —murmuró Yuka pestañeando. Los flecos de su vestido brillante se agitaron cuando se echó sobre Ranma.

—Soy el único por aquí, así que tienen suerte —dijo él—. Mi nombre es Ranma Saotome.

—¡Encantada! Soy Yuka Fujimura —dijo sonriente—. Y estas son Sayuri Kasai y Akane Tendo —agregó agitando la mano.

Sayuri, que ya estaba más recuperada, se enderezó para observar bien a Ranma. Vestía unos pantalones de color caqui, una camisa con un par de botones abiertos sobre el pecho y un pañuelo oscuro alrededor del cuello. Sus ojos eran azules y misteriosos, profundos.

—Encantada —dijo Sayuri mirándolo a los ojos, adelantando una mano para que él la estrechara.

Aunque, cuando Ranma iba a hacerlo, Yuka se interpuso y tropezó, en el momento perfecto para que él la sostuviera en sus fuertes brazos.

—¡Oh! Qué terrible es este calor —suspiró.

Y se ganó una mirada de odio de Sayuri, que le dijo:

—Quizás no tendrías que haberte puesto ese vestido barato.

—Necesitamos ir a la tumba de Nibunoichi I—intervino Akane, ajena a aquellas muestras de patetismo—. ¿Puede llevarnos?

—Sé dónde es, aunque los turistas no van mucho a ese lugar, está muy alejado.

—No somos turistas —afirmó Akane alzando la barbilla—. Estamos escribiendo una tesis sobre el reinado de Nibunoichi I y los métodos prehistóricos de embalsamamiento de los nyannichuanes.

Historias de primaveraWhere stories live. Discover now