Paraíso

59 12 5
                                    

Ranma ½ no me pertenece.

.

.

.

.

Fantasy Fiction Estudios

presenta

.

.

.

.

Paraíso

.

.

.

.

Ranma levantó el brazo y abrió los dedos poniéndolos contra el cielo. Jugó a cubrir el sol con la mano y dejar que la luz dorada le recortara la silueta de cada dedo, centelleando por su palma como si pudiera tomar la bola de fuego con la mano.

Las nubes pasaban lentamente por el firmamento. La brisa suave le acariciaba el rostro y movía el césped alrededor de su cuerpo. De vez en cuando, un auto cruzaba por la calle al otro lado del canal, o las ruedas de una bicicleta raspaban las piedritas del camino en un sonido acompasado y se alejaban. El perfume de las flores, acarreado por el viento, se acentuaba más bajo el calor del sol.

El cabello corto de su prometida le hizo cosquillas bajo el mentón.

Habían salido de clase más temprano, pero el día era demasiado bonito como para encerrarse en el dojo. Dejaron las mochilas tiradas en el pasto y se acostaron boca arriba, mirando el cielo; él con un brazo doblado debajo de la cabeza, Akane con las manos entrelazadas sobre el estómago. Hablaron apenas de cosas sin importancia, hasta que la voz de ella se perdió, reemplazada por su respiración acompasada. Ranma la miró de reojo mientras se movía en sueños, buscando una posición más cómoda, usando finalmente su pecho como almohada, con la mano debajo de la mejilla, abierta justo sobre su corazón.

Él cerró los ojos y se imaginó que el mundo era así de perfecto y tranquilo. Se confesó, con las mejillas calientes por el sol, que le gustaba el perfume de Akane, el calor de su piel y el peso de su cuerpo sobre él.

Después abrió los ojos y jugó a buscar formas en las nubes, como no hacía desde que era pequeño. Los sonidos del barrio lo envolvieron, el ruido de una campanilla lejana, una risotada alegre y súbita o la melodía que se arrastraba desde una radio. Todo era perfecto y silencioso, íntimo y sereno.

Hasta que la magia se rompió de golpe cuando Akane se removió sobre él y se pasó la mano por el rostro, confundida. Ranma ahogó un suspiro detrás de la lengua, se despidió a regañadientes de ese pedazo de paraíso que había rozado con los dedos, envuelto en nubes y sol.

Se preparó para el ataque.

—Por fin te despiertas —bufó—, pesas más que un bloque de cemento.

Akane se apartó en seguida, haciendo un mohín con sus perfectos labios.

—Idiota.

—Y roncas como un jabalí.

Las mejillas de ella se sonrojaron de manera adorable.

Ranma le sacó la lengua y Akane le lanzó un golpe con el brazo, que él esquivó casi sin esfuerzo. Él le siguió lanzando pullas, porque sabía que ella respondería. Tomó la mochila del suelo con un salto acrobático y corrió. Akane tomó la suya y se arregló la falda del uniforme antes de seguirlo. Corrieron velozmente junto al agua brillante del canal.

Y Ranma también gozó con la carrera y el ejercicio, con el viento que le azotaba el cuerpo cuando se movía. Y con los pasos firmes de su prometida, siempre siguiéndolo.

.

.

.

.

FIN

.

.

.

.

Nota de autora: Sí, hoy toca algo cortito. Noham me dio hoy la palabra «nubes», que usé para escribir algo contemplativo, además de para descansar mis dedos de la historia larga que escribí ayer, jeje.

Muchas gracias a todos los que nos leen cada día y comparten esta aventura con nosotros. Y, como siempre, muchas gracias a los que se animan a dejar sus opiniones: Gatopicaro, Diluanma, Vero, Arianne, Psicggg, Juany, Lelek, Rowen y Noham.

Nos leemos.

Historias de primaveraWhere stories live. Discover now