La magia de tu ser

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Ranma ½ no me pertenece.

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Fantasy Fiction estudios

presenta

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La magia de tu ser

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—¡Necesito un mago y lo necesito ahora! —exclamó la pelirroja. Las plumas de su sombrerito se agitaron con fuerza por su indignación—. ¿Es esta la Asociación de Magos de Tokio o no?

Estuvo a punto de golpear el mesón con un puño, pero se contuvo a tiempo. Hikaru Gosunkugi, el hombre del otro lado del mostrador, forzó una sonrisa y mostró sus blanquísimos dientes. El director le había dicho que tenía que atender a la señorita Ranko Sakurai con suma deferencia, lo que para él significaba sacársela de encima pronto.

—Por supuesto, por supuesto, señorita Sakurai —dijo con voz solemne—, faltaba más. Si me da un momento... ¡Ah! ¡Saotome! —llamó—. ¡Saotome, tienes trabajo!

El joven, que salía apresuradamente poniéndose la chaqueta sobre el impecable chaleco bordado, se detuvo en la puerta, lo miró con el ceño fruncido y le hizo ademanes de que no estaba disponible. El hombre del mostrador hizo más ademanes, aprovechando que la joven pelirroja se dio la vuelta para mirar a Saotome. Al final, el joven sonrió con ganas de matar al recepcionista y se acercó al mostrador a grandes zancadas.

—Te dije que me voy de vacaciones, Gosunkugi —le susurró con fuerza.

—Esta mujer pagará muy bien —le susurró a su vez Gosunkugi, cubriéndose la boca con una mano, para que la pelirroja no los viera hablar.

—Pero... —El rostro de Saotome se transformó—. Siendo así —se volvió hacia la mujer haciendo una chapucera reverencia—, Ranma Saotome, a tu servicio.

—¿Es usted un mago? —preguntó la pelirroja, no muy convencida.

—Por supuesto.

—No lo parece.

—¿Lo dices porque no me visto con esas horribles túnicas y capas negras, como los demás? —comentó Ranma—. Eso es porque tengo estilo.

—Eso no me interesa —dijo Ranko Sakurai moviendo una mano delante de su rostro—. ¿Está seguro de que es usted un mago?

—Ya te dije que sí —murmuró Ranma, algo molesto.

—¿Y uno bueno?

—¡Soy el mejor que existe!

Los ojos azules de la pelirroja brillaron con agrado y determinación.

—En ese caso, está contratado.

—¿Y para qué exactamente? —preguntó Ranma rascándose la mejilla.

—Necesito encontrar a mi prometido.

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