Jorgen Christoffersen

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Jorgen Christoffersen era un muchacho de 15 años que vivía en Francia pero era danés. Era alto, tenía cabello castaño dorado, rizado y ojos azules. Vivía en una casa a una cuadra y media de distancia con la de Elizabeth. Vivía con sus padres, sus hermanos y su tía, que se llamaba Ann.

Al parecer, Jorgen y Elizabeth iban a la misma clase. El primer día de clases, Elizabeth se dio cuenta que el chico que estaba sentado detrás suyo era el muchacho que le ayudó a encontrar a la gatita. En el recreo, Elizabeth se le acercó y le dijo:

― Hola, ¿Me recuerdas? Nos vimos el otro día, me ayudaste a encontrar a mi gatita, te lo agradezco mucho. Mi nombre es Elizabeth Johansen.

― ¡Hola! ― Contestó el muchacho ― Yo me llamo Jorgen Christoffersen, un gusto conocerte.

A partir de ese día, fueron haciéndose amigos, ya que tenían gustos y personalidades muy parecidas.

Con el tiempo, Elizabeth lo fue conociendo, y le parecía que había una barrera entre ellos, a pesar de que se llevaban muy bien, y eran de confianza. Pero estaba exagerando. Lo que si, en lo que respecta libros no tenían ningún tipo de barrera: siempre estaban prestándose o recomendándose libros. Se habían dado cuenta que tenían casi los mismos gustos en ese sentido.

 Pero una vez pasó algo muy extraño: Jorgen le había prestado a Elizabeth un libro sobre la historia de las hadas (presentaba cronológicamente las distintas creencias sobre las hadas que fueron apareciendo en la historia y muchas leyendas y distintos tipos de hadas).

Mientras lo leía en su dormitorio, Elizabeth sintió una mano fría. Se dio vuelta y vio un hada. No era un hada bonita y agradable. Era espantosa. Era toda viscosa, gris, tenía los ojos totalmente negros, tenía colmillos, garras, cuernos filosos como cuchillos, tenía serpientes en vez de cabello y su cuerpo estaba lleno de espinas. Parecía que iba a matarla. Elizabeth estaba pálida, corría sudor frío por su frente y le dolía la cabeza por el miedo. Se dio vuelta y vio que estaba en la alfombra de su cuarto, con el libro en la mano. Retomó la lectura en la página que estaba leyendo y le volvió a pasar, pero esta vez vio a un hada aún más espantosa. No tenía piel, sino espinas y no tenía rostro. Luego volvió a verse acostada en la alfombra.

Continuó con la otra página, pero estaba tan asustada que no pudo disfrutar del libro, así que, contándole todo lo que le pasó, se lo devolvió a Jorgen.

Resolvió muchos misterios de Jorgen con el tiempo, pero jamás pudo entender en toda su vida por qué él, cuando ella le devolvió el libro, con preocupación, arrancó una página del libro y la quemó.

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