CAPÍTULO 33

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Chris

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Chris

Es la tercera llamada y el décimo mensaje que le dejo a Sam en su móvil y sigue sin responderme. Sé muy bien que no suele hacer uso del aparato, pero generalmente, suele atender a mis llamadas.

Cuando regresé a mi casa, lo primero que hice fue mandarle un mensaje y esperé su respuesta mientras deshacía las maletas, pero al terminar de hacerlo no obtuve respuesta alguna. Llevaba sin conectarse desde hace una semana con lo que supuse que se olvidaría de cargar la batería.

El viaje es bastante largo, pero pude sumergirme en la música y echar alguna que otra siesta. Ocho horas en el aire para después llegar a aquella casa en mitad de la montaña alejada de la mano de Dios. Me preparé unas cuantas series para entretenerme durante mi estancia allí, a las que Kaden se unió al ver que no tenía otra cosa mejor que hacer, pero sobre todo para huir de las cuestiones de toda la familia. Nuestros primos nos invitaron a sus partidas en la consola de videojuegos, donde lo pasamos bien y otras veces, salimos a tirarnos bolas de nieve como hacíamos cuando pequeños o a hacer snowboard.

El lugar no estaba mal del todo, teníamos cuanto queríamos, y te alejas un poco del mundo que te rodea que nunca viene mal. Quizás el único problema es que me hubiera gustado que todos mis amigos hubieran estado allí conmigo, estaría bien planear un fin de semana en una casa así todos juntos. Incluso me gustaría que también viniera la pesada de PJ para hacerla rabiar, y por qué no, también Ada para disfrutar de sus peleas con Chad que al final nos saca una sonrisa a todos. Se les echa de menos tras dos semanas.

No, no me he olvidado de ella. ¿Qué si me hubiera gustado llevarla conmigo? Pues claro. Me encantaría que lo viera todo, la nieve, la montaña, la casa y poder acurrucarme a su lado para pasarle el calor de mi cuerpo, aunque eso último sería más complicado. Quizás no esté bien decirlo, pero creo que es a la que más he echado de menos estos días y no veo el momento de volver a escucharla hablar sobre esos insectos voladores que tanto le gustan.

Volví de la casa de campo con la familia ayer por la tarde, y por supuesto que lo primero que quería al regresar era verla, pero me iba a conformar con una llamada si no le parecía bien hacer algo juntos. Desistí porque pensé que igual estaría ocupada como para estar con el móvil a su lado, así que me fui a la cama con un mal sabor de boca al no saber absolutamente nada de ella, pensando que al día siguiente la vería en el instituto.

A la mañana siguiente, era el día de vuelta a la rutina y por lo tanto el final de las vacaciones de Navidad. Una pena, lo estaba pasando bien, he hecho bastantes cosas durante las vacaciones y volver al instituto significa volver a pensar en el futuro, en los exámenes, en la universidad a la que aun no he pensado bien cual debería escoger... Detesto los días postvacacionales, entras en una especie de depresión en la que detestas tu vida rutinaria y desearías vivir en un mundo donde no haya obligaciones.

Pero, en fin, todo lo bueno se acaba, en realidad todo tiene que acabar en algún momento porque nada es para siempre.

Qué filosófico me he levantado hoy.

Enamorando a SamWhere stories live. Discover now