Todos en el instituto conocen a Chris Cooper, quien es famoso por dejar una estela de corazones rotos cada semana.
Pocos saben quien es Sam, un enigma que deambula descalza por los pasillos.
Para Chris, el amor se ha convertido en un juego, un clich...
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Chris
Georgina está intentando hacer algo malo para vengarse de mí. ¿Qué consigue con eso? Desearía que alguien me lo dijera porque no sé qué es lo que puede hacer para separarme de Sam. Nunca he sentido nada por ella, nada más allá que la atracción física, ni lo más mínimo, y ahora lo tengo claro porque mis sentimientos hacia Sam son muy presenciales en mi cuerpo, algo que con Georgina nunca ocurrió.
Todo esto me lleva a pensar que vuelvo a estar en un cliché de películas americanas de instituto, y en la mía acaba de aparecer "la mala". Ya sabéis, la típica arpía que intenta hacerme la vida un poco más difícil, impidiendo que la pareja de la película, estén juntos. Si piensa que se va a salir con la suya jugando a ser mala, la lleva clara.
Camino para encontrarme con mis amigos en nuestra mesa, hoy no me apetece comer por lo que no paso si quiera por la cafetería. Pero en el trayecto, todo tipo de pensamientos se han esfumado cuando doy de cara con la pelirroja que posee mi corazón —eso ha sonado cursi, lo sé— y está sentada en una mesa jugando a algún juego de cartas. Una sonrisa ladina se muestra en mi rostro y mis pies comienzan a caminar de nuevo, como si en una nube estuviera, hacia Sam. Sin embargo, a pesar de las ganas que tengo por conversar con ella, parece que el destino me lo está poniendo difícil, porque una fuerza sobrehumana tira de mí hacia atrás. Mi espalda acaba chocando con la pared, empujado por un ser que dicen que es humano, pero por su fuerza descomunal, diría que es una bestia.
Está bien, exagero.
— ¿Crees que alguna vez podrás saludarme sin romperme huesos? —cuestiono con una mueca de dolor.
— Disfruto con esto Cooper, ya que la única razón que tengo para hablar contigo es por algo que me cabrea.
— ¿Y qué te pasa esta vez conmigo, Ada?
— Te dije que te alejaras de Sam, y no veo que lo estés cumpliendo —coloca su dedo con fuerza sobre mi pecho.
— Sé lo que te dije, pero no puedo hacerlo.
— Cooper, sé lo que planeas, y ya te avisé que como le hagas el más mínimo daño a Sam, te las verías conmigo. ¡Y voy y me entero de que pasó la noche contigo! —exclama abriendo mucho los ojos.
— ¡No le hice nada! —intento hacer que me crea, pero no va a ningún lado si ella sabe todo mi historial en este instituto— Mira, no te voy a mentir, esa era mi intención al principio, pero todo eso ha cambiado.
— ¿Qué quieres decir? se separa levemente de mí, pero aun así sigo acorralado.
Respiro hondo.
— Me gusta Sam.
— No me vengas con cuentos —arruga sus cejas.
— No es ningún cuento, me gusta y mucho—miro hacia otro lado algo avergonzado.
