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Despertó en medio de la noche, alguien estaba presionandola demasiado fuerte, alzó la cabeza. Muy somnolienta, su compañero de cuarto estaba sudando y jadeando, fruncía el ceño y gritaba sin emitir sonido alguno. Esto lo había visto antes, se sentó en la cama, tanto escándalo hasta en la hora de dormir, tuvo que dejar de tener sus propios sueños de libertad todo por un niño con una pesadilla. 

Le dio pena sofocarlo como hizo la última vez, dejarlo inconsciente podía causarle severos daños cerebrales, si a esa cabecita de pollo no le llegaba suficiente oxigeno a su cerebro podía quedar estúpido o algo más que estupido. Y eso no era muy conveniente para ella tampoco. Lo tomo en sus brazos y comenzó a mecerlo con suavidad, mientras trataba de despertarlo poco a poco. 

Doflamingo antes de darse cuenta ya no estaba teniendo la pesadilla de cuando los habitantes de la isla lo torturaban junto a su padre y su hermano. Que eran en realidad sus propias memorias, despertó en algo muy blandito, olía bien y era suave, sus largas pestañas se abrieron completamente para ver donde estaba. 

Se había dormido al lado de su hermosa amada. 

—Estabas teniendo tus pesadillas— La voz grave de ella se escuchaba más cerca que nunca. 

Alzó el rostro para ver que estaba encima de sus pechos mientras ella frotaba su cabello. 

—¿Siempre tienes pesadillas?— Con suerte le vio dormir un par de veces. No le sorprendía ver marcas de cansancio y sueño bajo sus ojos ocultos tras las gafas. 

Doflamingo hizo una mueca los demás no sabían que sufria de terribles pesadillas, solo: Vergo, Trébol, Diamante y Pica. Los otros lo ignoraban totalmente.

—Tranquilo no tienes que contestar si no quieres. Ya se que eres un hombre perturbado— expreso casual.  

No se trataba de eso, bueno si estaba perturbado en muchos sentidos. Hizo una mueca. Ella seguía jugando con su cabello. —¿Te gusta?

—¿Tu cabello?— Le cambiaba el tema de una forma muy adorable. —Esta bonito—. Lo vio cambiar su humor de inmediato. Metió su manos para abrazarla aferrado a su cuerpo. —Deberías dormir un poco más. 

—Momentos así deberían de durar para siempre... —Relajado cerró los ojos. 

Montbretia también cerró los ojos, sin contestar a eso, ya que no quería darle falsas esperanzas ¿Qué clase de mujer cruel era tan piadosa?

—En este momento no deberías decirme que te quedaras conmigo— Él que ya estaba casi dormido abrió los ojos de pronto solo para asegurarse que ella se lo prometiera.  

—En ese caso ¿Haremos, qué?— Ella se mostró imperturbable y inaccesible. 

Este colocó su cara de lado, no había pensado en el "luego", estaba tan empecinado en conseguir el que ella lo elija por sobre todas las cosas y que desechara sus planes y ambiciones para alienar las suyas que no tenía nada soñado para después. De la nada algo pequeño y cálido se sembró, una idea abstracta llena de colores borrosos se esparció. Más que un sueño idílico, un anhelo envuelto de la necesidad de siempre, la misma que trataba de cumplir con su tripulación, como familia. —No importa si es una mentira, solo prometelo. Aunque me dejes después. 

Ella tambien quería soñar con este anhelo impreciso y olvidado. 

Montbretia se hizo la dormida para no responder en lo que el rubio la apretaba más fuerte. Su pecho comenzó a mojarse debido a las lagrimas de este porque ella no respondía como él quería, con un nudo en la garganta sin poder suplicar por ello. A ella comenzó apretarse cada vez más su corazón enfermo, verlo así debido a su culpa, era tan doloroso. Detuvo sus manos, esta estancia juntos no estaban haciendo más que causar heridas en los dos. Rascando sus heridas mutuamente.

Mi Emperatriz.Tempat cerita menjadi hidup. Temukan sekarang