—Sí, sí —decía—. No, no, cariño... Sí, claro que voy a ir a verte... No... Sí... —Me acerqué al mostrador para conseguir una de las luces, alargada y con forma de gusano—. ¿Ahora? No sé si pueda ir ahora. Es que estoy con mi padre, que se encuentra mal y... No, no hace falta que vengas. No, no...

Me alejé por las escaleras, con el sueter de lana subido hasta la barbilla y la excusa de aquel chico resonando en eco por detrás. Si supiera lo fácil que era perder a alguien no mentiría como lo estaba haciendo pero, claro, quizás tampoco se diera cuenta de lo importante del detalle hasta que algo le ocurriera a la persona del otro lado de la línea.

Llegué al segundo piso. El reloj de cuco del fondo dio las cuatro. Las suelas de mis zapatos repiquetearon en el azulejo gris. Una pareja se me cruzó a toda prisa sin saludar, alumbrados con las pantallas de sus teléfonos y se encerraron en su habitación. Me detuve ante mi puerta.

—Hye Ri.

Levanté la cabeza, lo justo para distinguir la ropa amarilla de Hoseok pocos metros por detrás. Estupendo. Me había seguido.

—Tus fans están muy preocupados por tu ausencia —empezó, sin que nadie se lo pidiera—. Los organizadores de Dior están esperando a que publiques la reseña del cushion que les prometiste el mes pasado, los de Vogue siguen queriendo hacerte la entrevista y tus padres me han llamado ya unas cuantas veces para preguntarme por qué no regresas y aleccionarme sobre lo que tengo que decirte.

Busqué la llave en el bolsillo del pantalón, en silencio. Mis trabajos pendientes no eran asunto suyo y mis padres, que me habrían extrañado como mucho los cinco minutos al día que ocupaban en enviarme el email con la agenda del día, aún menos.

—Entiendo que estés enfadada conmigo y, créeme, hasta yo lo estoy —prosiguió—. Soy consciente de que no me porté bien con Jung Kook y, aunque contigo siempre he sido sincero, es lógico que me apartes. Pero, por favor, independientemente de eso, piensa bien en lo que estás dejado de lado por quedarte aquí.

Empujé la puerta. Los goznes oxidados chirriaron.

—En serio, valora bien si es útil y si merece el esfuerzo.

Vi por el rabillo del ojo cómo se aproximaba pero fui más rápida y, antes de que me alcanzara, volé al interior de la habitación y le metí un portazo en la cara.

—¡Hye Ri! —Se pegó a la rendija—. ¡Hye Ri!

—Déjame en paz. —Me dejé caer sobre la puerta, agotada por la tensión de haberme obligado a permanecer callada—. Vete.

—No puedo. —Su voz se tornó en una súplica—. Cuando me llamaste para que viniera, tus padres me advirtieron de que no volviera a poner un pie en Seúl si no lo hacía contigo.

—Pasa de mis padres.

—Eso es más fácil de decir que de hacer —replicó—. Te recuerdo que mi familia trabaja para la tuya.

—Entonces diles la verdad —cambié el planteamiento—. Diles que me niego a volver y que te eché a patadas.

—No... Oye... No estás siendo razonable.

—Yo creo que lo soy más que nunca.

—Si lo fueras te darías cuenta de que estás perdiendo un precioso tiempo de tu vida —me contradijo, en un hilo de voz—. Aunque duela, la realidad es que Jung Kook está muerto y no lo vas a encontrar.

Una punzada de rabia mezclada con tristeza se me clavó en el pecho. No, no lo estaba. No podía estarlo. Las lágrimas se me amontonaron. Yo era capaz de dar con él. Era capaz. Yo...

IGSAUI HOSU 《YoonMin》 [#PGP2024]Hikayelerin yaşadığı yer. Şimdi keşfedin