Si Sam y Chris están aquí....

Elevo el cuello e intento ver con quienes están hablando, pero solo logro ver a uno de sus amigos junto a la chica rubia. Miro a mi alrededor intentando detectar las caras de cada uno de ellos, de tal forma que podrían salírseme los ojos de mis órbitas, pero nada.

— ¿Buscas a alguien? —dice una voz detrás de mí, pegado a mi oído para pueda escucharla con claridad, los vellos se ponen como escarpias solo de sentir su aliento sobre mi piel.

Me giro rápidamente, aun con el sobresalto en el cuerpo, y mis ojos se topan con los suyos. Él me observa con una sonrisa torcida mientras sujeta un vaso con cerveza. Está realmente guapo, lleva una camisa de manga corta con rayas blancas y negras, dejando ver sus asombrosos brazos musculosos de deportista, y gracias a un par de botones desabrochados, puedo ver también levemente su pecho.

— Hola, Tyler —digo con una sonrisa tímida.

— Chris está allí —señala con su vaso a donde estaba mirando anteriormente mientras que su otra mano está metida en el bolsillo de su pantalón.

— ¡Oh! No buscaba a Chris...

Cuando termino de hablar, Tyler se acerca a mi oído lo cual me pone bastante nerviosa, tengo entrada exclusiva a oler su aroma.

— Lo sé —susurra.

Quedo muda ante sus palabras, le miro tímidamente sin saber qué contestarle. Sabe que lo estaba buscando a él, ¿me estaría buscando a mí? Después de todo yo le invité a venir, o bueno, yo le sugerí que podría venir con sus amigos y aceptó, dándome una alegría inmensa al saber que volvería a verlo. Antes de que pudiera intervenir, me coge de la mano para arrastrarme con él a través de la sala, esquivando a todas las personas en ella, llevándome a alguna parte. Mi corazón late a mil por hora, sentir el tacto cálido de su mano me hace sentir demasiado bien. No quiero que me suelte, pero lo hace cuando llegamos a una zona tranquila de los alrededores de la mansión.

— Perdona, tenía que haber preguntado si querías venir conmigo —dice una vez ve mi cara de asombro.

— No pasa nada, es mejor estar aquí, me iba a explotar la cabeza con tanta gente.

— Sí, hay bastante. Por eso necesitaba respirar un poco. Suelo estar en estos ambientes más de lo que a mí me gustaría y no siempre son divertidos.

Busca asiento en el césped justo al lado de una de las paredes de la casa, apoyando su espalda en ella y creando una imagen demasiado tentadora.

— ¿Vas mucho a fiestas? —pregunto acercándome a él.

— No, es que trabajo en una discoteca los fines de semana, o eso se supone. Últimamente también lo hago algunos días entre semana. Pero, en fin, tampoco puedo quejarme.

— ¿Una discoteca? ¿No es ilegal que un menor trabaje ahí?

— No, si nadie lo sabe. Dime, si no me conocieras de verme en el instituto, ¿qué edad pensarías que tengo?

Me permito el gusto de repasarlo al completo con los ojos, intentando pensar en una edad aparente y es imposible no pensar en lo guapo que es entre tanto.

— Supongo que... ¿veinte? —me atrevo a decir, aunque no quiero que suene a algo ofensivo.

— Todo el mundo dice lo mismo, no te preocupes. Hago bastante deporte y supongo que mi cuerpo ha cambiado mucho, puede que sea la razón por la que aparento ser mayor de edad. Para muchos, llevo unos años en la universidad, así que imagínate.

— Vaya... —me siento a su lado en el suelo, colocando mis piernas a un lado para no mostrar lo que hay bajo el vestido—. ¿Y por qué la necesidad de trabajar en un sitio así? Quiero decir, hay más tipos de trabajo que no son ilegales.

Enamorando a SamWhere stories live. Discover now