Capitulo Veinte.

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 —Duerme tranquilo, amor, estaré cerca si necesitas algo, solo debes llamarme, ¿si?

De pie en la puerta de la habitación, Liam no pudo suprimir la pequeña sonrisa que curvó sus labios al ver a Zayn revolotear sobre los mellizos como una gran mamá gallina haría. Había logrado convencer a Nick de recostarse luego de que los ojos de este comenzaran a revolotear con obvia somnoliencia, pero aun luego de tenerlo bajo las mantas, seguía a su alrededor como si temiera que algo pudiera sucederle a alguno de los dos si dejaba de mirarlos un segundo.

El moreno menor le dedicó una sonrisa somnolienta con los ojos aun cerrados—. Está bien, papi.

Volteandose, se acercó a la cama de Nee y acarició su cabello con suavidad, todos sus gestos delatando que no iba a alejarse de ellos pronto. Suspirando, Liam entró a la habitación y rodeó su delgada cintura con un brazo, alejandolo con suavidad de sus hijos para evitar despertarlos.

—Vamos, Zee —susurró cerca de su oido—. Dejemoslos descansar.

—Pero...

—Estarán bien, te lo prometo. —lo guió hacia la puerta—. Nada les sucederá.

Zayn parecía reacio a alejarse, pero aun así logró guiarlo fuera y cerrar la puerta detrás de ellos. Pareció dudar un poco a mitad de pasillo, pero su paso se volvió firme, como si hubiese tomado fuerzas de algún lugar escondido, y siguió caminando, guiandolos directamente hacia la cocina.

—¿Quieres algo de beber? ¿agua? ¿zumo? ¿café?

En realidad, no quería nada, pero podía ver la necesidad de Zayn de entretenerse con algo saliendo a oleadas de él, así que asintió—. Café estaria bien, gracias.

Lo observó moverse de un lado a otro de la cocina, encendiendo la cafetera mientras buscaba una taza en el mueble sobre el fregadero. Sonrió al percatarse de que no estaba preparando el café usual que su secretaria le llevaba, no, no era el amargo liquido sin azúcar que bebía para mantenerse despierto durante un proyecto demasiado exigente, este era exactamente el café que bebía cuando era un estudiante.

Había dejado hacia mucho tiempo de ponerle agregarle leche al mismo y no había puesto chocolate en él desde que había dejado Inglaterra y a Zayn detrás. Muchos de sus habitos habían cambiado, gran parte gracias a su necesidad de olvidarse de todo lo que lo unía a Londres, incluyendo la bebida que pedia en cada salida juntos.

Zayn debió percatarse de lo que hacia, porque se detuvo de repente—. Mierda —masculló—. Ni siquiera te pregunté si seguías tomando tu café así. Puedo hacer otro si no quieres...

—Esta bien de esa manera.

Asintiendo suavemente, el moreno terminó de preparar la bebida y se la tendió—. Toma.

—Gracias —tomó la taza con ambas manos, asegurandose de rozar los dedos del moreno mientras lo hacia, percatandose de que estaban congelados. Dejando la taza sobre la mesa, atrapó las pequeñas manos entre sus palmas, intentando trasmitirles calor—. ¿Te sientes bien? Tus manos estan demasiado frías.

—Estoy bien. —intentó zafar sus manos, pero Liam no se lo permitió, manteniendolas apretadas en su agarre.

—Dime la verdad.

Los ojos ámbar se volvieron sospechosos mientras observaba al castaño llevar sus manos hasta sus labios y soplar en ellas para darles un poco de calor—. Odio verlos tan alterados, mis nervios estan un poco fuera de control ahora mismo.

Asintió suavemente en comprensión. Extrañamente, cuando Zayn se ponía nervioso o se alteraba, su cuerpo entero comenzaba a temblar con frío y sus manos y pies se enfriaban. Siempre había supuesto que esto se debía al estado mental en que se colocaba a si mismo, aun así, había estado dispuesto a abrazarlo hasta que el frío pasara cada vez que eso había sucedido.

Tu mirada en mi |ZIAM|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora