Capitulo Diecisiete.

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Louis estaba sentado detrás de su escritorio, mirando a través de las absurdas anotaciones que había realizado en la última reunión con sus posibles nuevos clientes para dibujar un croquis de lo que sería el verdadero plano de la construcción deseada luego de que le fuese dado el visto bueno, cuando el escandalo llegó a sus oidos. El lápiz atrapado entre sus dedos se detuvo varios centimetros sobre la hoja mientras miraba en dirección a la puerta que daba al recibidor donde se encontraba su secretario.

Se quedó sentado allí por un momento, simplemente escuchando e intentando comprender lo que estaba sucediendo al otro lado. Estaba a punto de ponerse de pie cuando una voz conocida se alzó sobre el escandalo, logrando que cayera nuevamente sentado en su silla de escritorio y la curva de una sonrisa torciera el borde de sus labios.

Ah, demonios, debió haber sabido que esos pequeños diablillos lo encontrarían así de rápido, eran tan inteligentes que a veces le parecía increible que fuesen hijos del idiota de su primo. Había que admitirlo, Liam era bastante torpe a veces, los mellizos individualmente duplicaban su coeficiente intelectual.

Ordenando sus papeles con cuidado, los apartó a un lado del escritorio y se sentó allí a esperar. Porque conocía demasiado bien a esos dos para saber que encontrarían la manera de pasar a través de su secretario y de entrar a su oficina.

—¡Tio Will!

Siete minutos, eso habían demorado en golpear su puerta abierta y entrar corriendo a la habitación.

Nathan, su secretario, apareció con una expresión alterada en el marco, obviamente cansado de pelear con el duo problematico—. Señor Tomlinson, lo siento, intenté detenerlos, pero estos niños insisten en hablar con usted y...

—No te preocupes, está bien —tranquilizó, poniendose de pie mientras le dedicaba una pequeña sonrisa—. Ellos son mis sobrinos, la próxima vez solo avisame que estan aquí, ¿si?

—Uh. —asintió aturdido—. Eso haré.

—Vuelve a tu escritorio, Nathan, yo me encargo —hizo un gesto con su mano, indicando el exterior cuando el rubio no se movió. Una vez que la puerta se cerró detrás de él, se giró a mirar a los mellizos, encontrando grandes ceños fruncidos dedicados completamente en su dirección—. ¿Ahora, que es esa expresión, mis niños?

—¡Nos mentiste, tío Will! —Nick acusó, su vocecita dulce quitandole toda seriedad y dandole el aspecto de un esponjado gatito enojado.

Sin poder evitarlo, Louis se acercó y pellizcó las sonrojadas mejillas con cariño—. Pero que bonito te ves cuando estas enojado.

—¡Tío Will, seriedad, por favor! —Nee exigió.

—¡Has crecido un par de centimetros desde la última vez que te vi! —jaló al mayor a sus brazos, ahogandolo en un abrazo.

—Me estas asfixiando.

—Oh, lo siento. —lo soltó. Dejó que la sonrisa feliz en sus labios se mostrara mientras les hacia un gesto el juego de sofás acomodados en una esquina de la oficina—. Vamos, sientense y diganme que sucede.

Renuentemente, ambos hicieron lo pedido, Nee dejandose caer con pesadez en el sofá mientras Nick tomaba asiento con delicadeza a su lado, haciendo chocar sus tenis a cuadros rosa y negro.

—Nos mentiste. —acusó el mayor en el momento en que tomó asiento frente a ellos, en el sofá individual.

Intentando hacerse el tonto, sonrió inocentemente—. ¿De que hablas, cariño?

—Dijiste que tu nombre es William.

—Mi nombres es William. —aseguró.

—No, tu nombre es Louis Tomlinson —el castaño le frunció el ceño—. Eres el primo de Liam, nunca nos lo dijiste.

Tu mirada en mi |ZIAM|Where stories live. Discover now