Obsesión

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Christopher sabía que muchos de los que estaban allí lo veían como un asqueroso pervertido, sentando en el banquillo de los acusados de ese juicio que sabia que estaba mas que perdido, el padre de la víctima estaba en el estado contando la triste historia de su hijo, mientras que su abogado a su lado dejaba escapar un suspiro, todos los del jurado tenían los ojos humados, quien no ante las ultimas palabras del hombre al retirarse.

- ese hombre que está allí - dije alzando un dedo y con la voz temblorosa en una mezcla de rabia y dolor - ultrajo a mi hijo, lo secuestro, aprovecho su condición mental, mi niño siempre fue enfermizo, nació con una discapacidad como ustedes saben, perdió a su mamá cuando era pequeño a varios de sus familiares, fue raptado cuando era pequeño, lo pude recuperar con vida pero vio cosas terribles que ningún niño debería ver, casi ni podía hablar, le entregué lo más valioso de mi vida que es Demian a este hombre, lo hice tratando de que mi pequeño tuviera una vida normal, y lo único que hizo fue hacerlo objeto de vejaciones abusando de su poder, tanta inocencia es peligrosa en un ser tan indefenso mental y físicamente, más si alguien se acerca con intenciones perversas, solo estoy pidiendo justicia por mi hijo - el hombre salio con los hombros caídos, se veía que tenia el corazón roto, Christopher casi sintio lastima de él, casi sintio arrepentimiento, por poco creyendo esas palabras, pero eso sería lamentar a ver tenido a Demian en sus brazos, eso sería negar el éxtasis de su cuerpo entrando en el contrario, el dulce y perverso placer que le dio su piel en su boca, no, nunca podria arrepentirse eso, aun ahora su cuerpo le picaba por qué necesitaba tenerlo nuevamente, que se fueran todos al diablo y que Demian Keller se quedará a vivir para siempre en su cama.

La siguiente testigo que hizo llamar el abogado acusador fue Hillary, viendo a esa muñequita rubia en el estrado, llorando y se lamentaba diciendo que era testigo de como el doctor había manipulado a Demian, agregando y quitando cosas, fue precisamente por esa mocosa que paso su desgracia, si, por qué no llamaría desgracia al día en que conoció al motivo de su obsesión, pero si el día en que esa chica comenzó a sospechar y por lo que acabo sabiendose todo.

Empezó un poco más de dos años antes de este juicio, su consultorio estaba siendo reparado por una fuga de gas fue una suerte que nadie estuviera allí y que sus apuntes no estuvieran, pero tardarian más de una semana en repararlo, una semana sin ver a Demian era demasiado, no era la primera vez que lo hacía, después de dos años dándole terapia al muchacho hace unos meses había adoptado el hábito de espiarlo y seguirlo, saber que le gustaba y que no, sabía de sus planes y dónde estaría gracias a la confianza ciega que le tenía él, detrás de la esquina de una de las tiendas mas costosas del centro comercial estaba Christopher deleitándose como lo haría un adicto con su droga favorita.

Era un precioso muñequito, le encantaba su piel nacarada, ese cabello cobrizo y ojos color menta que eran característicos de los Keller, no estaba cómodo, eso se lo podía notar, Demian no debería estar en un lugar con tanta gente, eso sin duda había sido idea de la chica, podía verla midiendose prenda tras prenda, podía aposta a que todo eso lo estaba pagando con el dinero de su paciente, "caza fortuna" pensó el doctor Bennedic.

Hillary era una veinteañera rubia de ojos azules de esas que volvían locos a los hombres, una aspirante a modelo con cintura pequeña y piernas largas que había encontrado a la víctima perfecta, la odiaba, por qué en ese momento ella podía poseerlo y Christopher no, observo atentamente las estilizadas facciones de Demian, podía notar que cada vez se revolvía más en su asiento, su bonita cara contraída por una mueca de malestar, "estúpida, por qué lo trajiste allí" "le va a dar una ataque de pánico", una mujer hablo en un megáfono, algo iba a pasar en la tienda una especie de evento por qué parecía llenarse a su capacidad, la respiración del joven se alteró y el hombre se puso en alerta.

Ella contemplaba su figura en aquel vestido de chifón entallado, el rosa siempre le sentó bien, había sido un día productivo, aún faltaba más ropa, le encantaba comprar sobretodo si era con la tarjeta de su novio, él tenía suficiente dinero para darle lo que ella se merecía y más.

Dulce y perversoWhere stories live. Discover now