Treinta y uno

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Buenas flores!!!! Me he tomado unas señoronas vacaciones familiares jajajaja la verdad es que la family nunca me deja margen para trabajar, eso es ley, pero tampoco viene mal un descanso.
Hoy me he puesto al lío y me ha salido un capítulo larguisisisimo, así que lo he dividido y así tenéis también dosis mañana!

Y ahora... a disfrutar!

Decir que estaba en shock era quedarse corta, ¡Que digo corta!, ¡Cortisisisima! Ni siquiera fui consciente de como mis pies habían llegado hasta la que era mi habitación en aquella casa pensando en lo que acababa de ocurrir

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Decir que estaba en shock era quedarse corta, ¡Que digo corta!, ¡Cortisisisima! Ni siquiera fui consciente de como mis pies habían llegado hasta la que era mi habitación en aquella casa pensando en lo que acababa de ocurrir.

Me había besado...

¡El caballero negro me había plantado un beso de película en tó los morros!

«Ya tienes otra cosa en la que pensar»

¿En serio creía que su beso me haría olvidar al loco del chef y sus cuchillos amenazándome?

Para ser sincera, el puñetero ególatra tenía algo de razón puesto que era incapaz de olvidar aquel beso, incluso tenía los dedos tocando mis labios para cerciorarme de que había sido real.

¿Significaba eso que no era gay?

¡Vamos!, ¡No me jodas!

Mi cerebro volvió en sí y cogí mi teléfono personal abriendo rápidamente el chat de las emergencias, ese donde cualquier consulta sería solucionada de inmediato. Mis dedos temblaban así que descarté la opción de escribir de inmediato.

—Pregunta directa para Charlie, ¿Tú besarías a una mujer con lengua? —exclamé soltando el icono del micrófono que había en el chat grupal para que se enviara el mensaje.

En cualquier otra circunstancia podría haber dejado el teléfono sobre la encimera del baño mientras me desmaquillaba esperando una respuesta, pero en aquella ocasión mis pies se paseaban de un lado a otro visualizando la pantalla esperando que mi amigo Charlie respondiera.

«Esa pregunta viniendo de ti me parece un tanto extraña. ¿Ha pasado algo?» escribió Lorena y dudé en responder o no, pero preferí esperar a la respuesta de Charlie para no condicionar lo que tuviera que decir a mi pregunta.

«—¿Has visto al jefazo besando a otra?» —soltó Ana y casi tuve que morderme la lengua para no gritar a los cuatro vientos que había sido a mi a quien había besado.

Vale. Admitamos que lo hizo en condiciones un tanto extrañas, que estaba lo suficiente aturdida, asustada y traumatizada para que mi cerebro reaccionara a otro estimulo que no fuera lo que acababa de suceder con el chef cretino, pero... ¿Por qué me besaría?, ¿Pena?, ¿Lástima?, ¿Tal vez no quería un escándalo y que denunciase al francés por intentar forzarme en su casa? Por más vueltas que le daba al asunto no comprendía nada, ¿Estaría dispuesto Le Noir a rebajarse besando a su asistente teniendo presente que ni le gustan las mujeres?

PaRaDigMa. El Arte de Seducir Donde viven las historias. Descúbrelo ahora