Diecisiete

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Buenas flores bellas!!! ¿Que tal lleváis la semana? La mía a tope, para no variar...  espero que disfrutéis del capítulo!

  espero que disfrutéis del capítulo!

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—De la comida, viajar o el arte... supongo que como a todo el mundo —respondí escuetamente llevándome las manos hacia atrás y frotándome los pies algo nerviosa.

—Creía que bailar se encontraba entre esos placeres —contestó con lo que pude atisbar un deje de sonrisa, porque realmente no le había visto sonreír de verdad desde que le había conocido, ahora que lo pensaba parecía que andaba siempre con un palo metido por el culo...

Igual por eso le molan los tíos ahora que lo analizaba. Puf! Mejor piensa en otra cosa, Alexa otra cosa, otra cosa, otra cosa

Espera, espera, espera. ¡Ha dicho eso porque me vio bailando en su cocina! Evidentemente se quedó un buen rato observando el espectáculo.

Mierda.

—Si, bailar también. ¿Quiere que le traiga otra copa? —pregunté solo porque quería desaparecer de allí.

¿Por qué me estaba entreteniendo tanto? No era de los que entablaba conversación o le apetecía conocer al servicio que trabajaba para él, así que no sabía porqué razón me preguntaba aquellas cosas.

—No será necesario, puede irse —decretó en su tono formal de orden y me di media vuelta con toda la intención de pirarme—. Una cosa más...

—¿Si? —pregunté frotándome las manos medio desesperada.

¿Por qué este tío me hacía sentir de ese modo? Como si fuera una mindundi a su lado a pesar de que en realidad lo fuera, pero era como si el lo recalcara.

—Confirma con el chef francés la reserva para la cena del viernes, mi anterior asistente era demasiado incompetente y es posible que entre sus quehaceres no lo hiciese, encontrarás su numero en...

—La lista de contactos del iPad. Le llamaré ahora mismo —apresuré sin esperar que pudiera añadir algo más, y sino que me mandase un email.

Respiré hondo en cuanto entré por la puerta de la cocina creyéndome a salvo y cogí mi telefono personal, el mismo que había dejado sobre la encimera.

—No os vais a creer lo que acaba de decirme el estirado de los huevos cuando me ha visto con el uniforme, ¡Que tengo que llevar tacones!, ¡Tacones! Y no unos cualquiera no... ¡De firma! Ahora mismo me estáis diciendo cuales son los zapatos más caros porque pienso fundir su tarjeta... si voy a terminar con un dolor de pies de la hostia, al menos lo pagará caro —refunfuñé mientras soltaba el altavoz y miraba todos los envases abiertos de servir la comida.

¡A la porra!

Saqué un tenedor del cajón y comencé a pinchar directamente de los envases, si el señoritingo decidía que deseaba más comida, a la vista estaba que muy escrupuloso no era. ¿Por qué demonios me habría hecho probar el vino?, ¿Y porque se había negado a que le cambiara la copa? Eso era raro, pero bueno... de que me voy a extrañar si no hay nada normal en ese tío.

PaRaDigMa. El Arte de Seducir Donde viven las historias. Descúbrelo ahora