Capítulo 21. Noche en la sala de los menesteres (IV)

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Protagonizada por las chicas (segunda parte).


— ¿Así que fuiste tú la que les hiciste eso? —preguntaron Angelina, Katie y Alicia, quienes eran las más cercanas a los gemelos Weasley.

—Que romántico —suspiró Marlene—. Todo comenzó con una venganza.

Ann se sonrojó.

—Hermione, ¿tú cuando te diste cuenta de que te gustaba Ron? —preguntó Astoria.

La castaña se sonrojó.

—No lo sé —contestó—. Supongo que me gustaba desde antes, pero me di cuenta de que estaba enamora en cuarto año.

— ¿En el baile de Navidad? —preguntó Daphne.

—Sí —contestó. Luego frunció el ceño—. Ni siquiera sé por qué se cabreó tanto al final del baile.

—No sé —contestó Ginny—. Quizás porque fuiste al baile con el campeón de Dumstrang, Víctor Krum, que además es el buscador del equipo de Quidditch de Bulgaria.

— ¿Qué? —Exclamaron Lily, Marlene, Alice y Tonks—. ¿Por qué no me contaste eso Herms? —siguió la última.

—No lo sé — contestó la castaña—. Ron se enfadó conmigo.

—Como siempre.

—Ginny, déjala hablar —pidió Audrey.

—Se enfadó mucho más de lo normal —siguió Hermione—. No me gustaba recordarlo.

—No te gustaba recordar que te habías enfadado con Ron —apuntó Alicia.

Hermione se encogió de hombros.

—Fueron dos meses sin hablarnos.

— ¡No te gustaba recordar que habías estado dos meses sin hablar con el idiota de mi hermano! —Exclamó Ginny—. Lo que daría yo por hacer eso.

—Además, estuvisteis tres sin hablar este año —apuntó Audrey, que lo sabía todo.

—Sí, pero. . . —la castaña paró de hablar y miró confundida a la chica—. ¿Cómo lo sabes?

La rubia hizo se encogió de hombros.

—Trabajo con Percy, y aunque no lo parezca, lo estaba pasando muy mal. Hacía tiempo que sabía que estaba equivocado y que Harry, Lily y Ann tenían razón. Pero no es fácil renunciar a todo cuando te has pasado la vida estudiando para conseguirlo. Intentó hacer las dos cosas. Intentó convencer al ministro de que estaba equivocado, pero no funcionó. Él necesitaba a alguien con quien desahogarse y bueno, a mí nunca me importó escucharle. Supongo que ambos estábamos asustados. Las demás personas en el ministerio sabían que nosotros queríamos que el ministro aceptara que estaba equivocado, por lo que nos vigilaban con lupa cada cosa que hacíamos. Un solo error y a la calle. Incluso nos vigilaban fuera del trabajo.

—Ginny, no llores —murmuró Angelina al ver a la pequeña de los Weasley y Lils no dudó ni un momento en abrazar a su cuñada.

Ella sacudió la cabeza, se levantó de la cama y salió de la habitación, seguida por Audrey. La pelirroja se dirigió a la habitación que ocupaban Charlie, Percy y Oliver, y abrió la puerta sin llamar.

—Y entonces el buscador. . . ¿Qué pasa? —preguntó Oliver desconcertado, al ver a la pelirroja en la puerta.

Ella se acercó hasta su tercer hermano y le abrazó, apoyando su cabeza en el hombro del Weasley y dejando que las lágrimas bajaran por sus mejillas sin detenerlas.

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