Los gemelos Weasley.

15.5K 984 100
                                    

—Maratón 4/5—.


Dos encapuchados subieron el escenario y se quitaron la capucha. Dos pelirrojos idénticos, con los ojos azules y sonrisas traviesas. Altos y con el pelo largo sobre los hombros. Llevaban unas túnicas color magenta que hizo que todo el mundo se quedará sorprendido.


— ¡Buenos días, pasado! —Gritó Fred, con cierto tono de entusiasmo.

—Nosotros somos los geniales. . .

—Hermosos. . .

—Irresistibles. . .

—Maravillosos. . .

Los gemelos terminaban sus frases entre ellos, algo muy habitual entre ellos.

— ¡Empezad de una vez! —Chilló una encapuchada, al borde de un ataque de histeria.

—Qué carácter —dijeron los gemelos a la vez, algo que le sacaba de quicio a Annabeth.

—Dejadme adivinar. . . —dijo Sirius, metiéndose en la conversación que estaban teniendo—. ¡Es pelirroja!

—Wow, Sirius, ¿cómo lo supiste? —preguntó George, impresionado.

—Bueno, conoce a Lily y a la madre de James, ambas pelirrojas. . .creo que tiene práctica. —Explicó Remus, mirando a los dos chicos pelirrojos mientras se reía a carcajadas.

—Cállate, Remus —le reclamó Lily al licántropo, dirigiéndole una mirada muy poco amigable.

—Bueno, nosotros somos Fred Fabián y George Gideón Weasley —dijo George, finalmente, presentándose.

—Oh, manzanita. Le pusiste nuestros nombres —sonrieron Fabián y Gideón, para después abrazar a su hermana.

—Claro que sí —dijo Fred, con una sonrisa triste, soltando un largo suspiro antes de seguir hablando—. Y ahora nosotros estamos aquí para. . . para evitar vuestra muerte.

En el comedor se hizo el silencio. Molly lloraba abrazada a sus hermanos, quienes no la habían soltado en ningún momento. Los dos hermanos gemelos, parecían estar en una especie de trauma, como en estado de shock.

—Que directo, Fred —dijo la misma encapuchada que antes les había interrumpido.

— ¡Ay, mamá! —Chilló George, moviendo sus brazos desesperado—. ¡Estamos aquí para evitarlo!

—Nada de eso va a pasar —dijo Fred—. Vosotros no vais a morir, mamá va a tener a sus hermanos molestándola mucho tiempo más y nosotros vamos a tener unos tíos que nos ayuden con las bromas.

Los del pasado sonrieron pensando que era posible cambiarlo. Annabeth no pudo evitar suspirar al oír a Fred hablar así, haciendo que Hermione y Ginny, que fueron las únicas que la oyeron, rieran haciendo que se sonrojara. Más alejada, aun apoyada en el hombro de su novio, Lilianne rodaba los ojos molesta. Estaba deseando que se besaran y así definieran la relación, como en una serie muggle que miraba los veranos.

—Bueno —sonrió Fred—. Como podéis ver somos gemelos.

—Si no lo dices ni se enteran —dijo una encapuchada, con un tono de sorna, burlándose de su mejor amigo.

Fred se giró sonriendo.

—Es nuestra presentación, Annie —se quejó, sin molestarle su intervención.

George intentaba contener la risa al ver como Fred le sonreía a Ann, totalmente enamorado de la pelirroja.

—Tenemos 18 años y fuimos Gryffindor —los leones aplaudieron—. Gracias, gracias.

—Fuimos la pesadilla de Minnie —siguió Fred, haciendo que McGonagall palideciera notablemente—. En nuestra primera semana nos castigaron y encontramos un genial mapa —los Merodeadores se miraron sonriendo, su legado seguiría por lo menos una generación más—. Aunque ese mapa ya no lo tenemos nosotros.

— ¿Primera semana? —preguntó Molly, pálida pero también enfadada.

—Sí, mamá, ya te acostumbrarás —dijo George, quitándole importancia—. Jugamos al Quidditch como golpeadores desde segundo año —añadió, sonriendo, y orgulloso de él mismo.

—Nuestro capitán decía que somos como dos bludgers humanas —dijo Fred, haciendo que Molly y McGonagall palidecieran aún más.

—Mi patronus es una hiena —dijo George.

—Y el mío un búho —dijo su gemelo, haciendo que Lilianne, otra de las encapuchadas que estaban sentados en la mesa de 1996, soltase una sonora carcajada al darse cuenta que era muy parecido al patronus de su hermana gemela.

—No fuimos prefectos ni nada de eso —dijo George con cara de asco—. Participamos en el ED.

— ¿Qué es el ED? —Preguntó Remus, con un tono de curiosidad.

—Eso que lo expliquen Harry y Annabeth, era cosa suya —contestó Fred sonriendo, al decir el nombre de la chica, aunque solo su gemelo se dio cuenta de ese gesto, debido a que era la persona que más cerca estaba.

—Bueno. . . no terminamos Hogwarts —dijo George deprisa, con la intención de cambiar de tema rápidamente.

— ¿¡Cómo que no terminaron Hogwarts!? —Chilló la matriarca de los Weasley, mientras Arthur la intentaba calmar y sus hermanos les miraban con una sonrisa traviesa.

—La asquerosa cara de sapo se autonombró directora de Hogwarts y el ministerio despidió a Dumbledore —todos estaban estupefactos, pues no se lo podían creer—. A nosotros nos prohibieron jugar al Quidditch por defender a nuestra familia y se aplicaban castigos inhumanos. Tacharon a Harry, a Lilianne y a Annabeth de mentirosos por decir que Voldemort había regresado, lo cual era verdad —algunos se estremecieron al oír el nombre—. Hogwarts no parecía Hogwarts.

—Bien dicho, Fred —dijo Annabeth, sonriendo.

—Ahora trabajamos en nuestra propia tienda de broma —dijo George sonriendo, con el mayor orgullo del mundo.

—Por eso las túnicas —añadió Fred, señalándose a sí mismo y a su gemelo.

— ¿Tenéis una tienda de bromas? —preguntó Sirius, casi gritando.

—Sortilegios Weasley, la mejor tienda del Callejón Diagón —contestó a su pregunta, Fred.

—Eso es todo —dijo George, haciendo una pequeña pausa—. ¿Preguntas?

— ¿Tenéis novia? —preguntó una chica de Hufflepuff, haciendo que Ann apretara los puños, notando como el enfado se hacía presente en ella.

—Yo sí —dijo George con cara de enamorado—. Pero no está aquí. Se llama Angelina.

—Pero yo no —dijo Fred—. Soy un alma libre.

—Sí, un alma libre enamorada —dijo George picando a su hermano, haciendo reír a unos cuantos encapuchados.

—Eso es. . . —intentó negarlo pero al instante fue interrumpido por su gemelo.

—Atrévete a negarlo —le retó George, riendo. Fred no pudo decir nada a eso y con las orejas rojas bajó la cabeza. Ann bajó la cabeza triste.

—Entonces como Canuto —dijo James.

—Yo no estoy enamorado —protestó Sirius, cruzándose de brazos.

-No, para nada —ironizó Remus, mirando de reojo a Marlenne, quien desvió la mirada para hablar con Dorcas Meadowes, otra chica de su misma casa y su mismo curso.

Los hermanos bajaron del escenario y se sentaron con su familia para ver las presentaciones.

✓ | A través del tiempo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora