Un simple error

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James Potter paseaba por el lugar como si fuera el rey y sus dos hijos le seguían los pasos, los tres se dejaban tomar fotos, incluso posaban juntos, y contestaban preguntas. Harry no pudo más que suspirar, a él realmente no le importaba el complejo de héroe y celebridad que tenían sus hermanos, a diferencia de su padre, quien desdeñaba ese tipo de comportamiento. Pero no se imaginaba haciendo lo mismo, él prefería la tranquilidad, un poco de bromas y aventuras siempre estaba bien, pero no le agradaba en absoluto ser el centro de atención.

Mientras todo esto pasaba fuera de la locomotora, los tres niños habían encontrado un vagón y bajaron a despedirse bien de sus respectivos padres y suegros, en caso de Harry.

Este se dió cuenta que los demás niños miraban maravillados a su hermano, como si fuera Merlín en persona, aún suspirando se volvió a subir al tren y se sentó junto a Draco en su vagón.

Pasados unos quince minutos empezaron a llegar los amigos del rubio, Theodore Nott se sentó frente a Harry, Blaise Zabini al lado de este, seguidos por Gregory y Vincent. Cuando Pansy llegó, ella intentó sentarse entre Draco y Harry, pero este último la hizo resbalar con magia sin varita, haciendo que cayera sobre Gregory.

Molesta, Pansy se sentó al lado de Mirella, quien estaba al otro lado de Draco. Al ser aún pequeños, sobraba espacio como para dos personas más, pero nadie más entró en el vagón.

Cuando la locomotora se puso en marcha llegaron los gemelos Weasley, saludaron a todos, le hicieron una rápida broma a Pansy, en forma de globo que reventó sobre su cabeza, bañándola en un líquido transparente, pintando de paso su cabello de rosa chillón, para horror de esta, y, aunque ellos juraban que el color se iba en veinte minutos, no pudieron evitar salir corriendo huyendo de una furibunda Pansy.

Después de un rato, y para alivio de la niña de cabello lacio, el color de su pelo volvió a la normalidad, de un negro profundo, llegó a pasar la señora del carrito, todos compraron algunos dulces, aunque Harry compró un nutritivo pan con pollo y lechuga, aún cuidaba su dieta, puesto que seguía siendo más pequeño que otros niños.

Mientras estaban comiendo, entró sin tocar una niña con el cabello ruloso de color chocolate todo enmarañado y los dientes frontales más largos que el resto.

- ¿Han visto un sapo? un niño llamado Neville...

No terminó de hablar cuando su mirada se posó en Mirella, por algún motivo su magia hizo click, y sintió un extraño sentimiento de nostalgia y añoranza, el momento no duró mucho, porque una molesta Pansy le dijo:

- ¿Es que no sabes tocar? seguro eres una sangre sucia que no conoce su lugar.

La temperatura del vagón pareció bajar unos grados apenas terminó de hablar.

Harry odiaba, más bien, aborrecía ese término, no le agradaba el tono mandón de la niña que acababa de entrar pero no era excusa para llamarla de ese modo.

Pansy notó esto y se hundió en su asiento con temor y algo arrepentida, su madre le había enseñado los estereotipos y tradiciones sangre pura a la vieja usanza, pero sabía por experiencia que ni a Draco, ni Mirella y mucho menos a Harry les gustaba ese término, además la niña parecía estar por ponerse a llorar.

- No sé qué significa ese término tan feo que me has dicho, pero suena mal, muy mal, yo solo quería ayudar a un niño llamado Neville a encontrar su sapo...

- Pansy siente haberte llamado así, esto...

- Hermione, Hermione Granger.

- Hermione, ese término hace referencia a tu estatus de sangre, Pansy se refería a que seguro eras una nacida de muggles, se puede notar la diferencia, ya que nosotros los mestizos o sangre pura, mayormente recibimos clase de educación y etiqueta muy estricta desde muy niños y, al abrir la puerta sin tocar y exigir respuestas sin presentarte primero fuiste muy irrespetuosa, por cierto yo soy Harry Prince.- dijo un sereno Harry.