10. Ronda perdida

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—Dario, enfermo mental, dejá a mi empleado, en paz. —Exigí un poco agitada después de cinco pisos en escalera.

Aunque parezca tonto, no quería usar el ascensor, porque no quería que Ariadna me siga y necesitaba pasar a buscar el cuchillo.

—Vení a tomar su lugar y lo dejo.

Escondí, el cuchillo detrás de mí, y se escuchó el ascensor, pero no me di vuelta.

—Está bien, no toques a nadie más, soltalo y soy toda tuya.

Quise moverme, pero sentí una mano quitarme el cuchillo de mi espalda y sostenerme firmemente de la cintura.

—Ya llega la policía, no lo pongas más nervioso. —Susurró Eric detrás de mi y me soltó.

—Vení acá, Nini, vos causaste esto ¿Vas a dejar morir a un inocente?

Me acerqué tranquilamente, un paso a la vez y corrí, del brazo, al de seguridad, para que salga. Entonces Dario lo dejó y me agarró fuerte del brazo. Para ahora apuntar el arma contra mi cabeza.

Sentí la frialdad del metal en mi sien, pero no me inmuté.

La cabeza en alto, Vaiana, todo está bien.

Todo está bien.

Si te pones a temblar acá, perdiste...

Si bajás la cabeza gana Dario.

Si se te cae una lagrima, te pegan un tiro...

—Perdón, perdón, jefa. —Dijo Alan, el de seguridad.

Juro que Alan es un cielo, es un joven morocho, de unos treinta y siempre es atento con todos y dice "Buenos días" unas doscientas veces, todas las mañanas, porque no hay una persona que él no salude. Así que realmente me alegro de que no le haya pasado algo.

—Ponete a salvo, por favor e intentá sacar a todos de acá. —Le dije y escuché sus pasos alejándose rápido de nosotros.

—¿Ahora tenés corazón? Que extraño, siempre fuiste una zorra, fría y desinteresada de las personas que no sean "papi". —Dijo burlón. —No sé por qué creíste que podías ser mi novia, solo te usaba, cuando mi verdadera novia no estaba disponible.

Si, ya me enteré de eso... Las dos nos enteramos de que nos usaba...

—No sé que te vi. —Comenté honestamente, cuando lo tuve de frente.

Gracias a mis tacos igualaba su altura y podía sentir su aliento... Había tomado antes de venir... ¿Es qué no tenía suficiente valor de enfrentarme sin tener alcohol en sangre?

—Todo, me viste. Todo lo que vos no tenés. —Afirmó.

Lo dice como si ser una persona cálida y amorosa fuera todo en esta vida... El problema es que ya ni es cálido y mucho menos amoroso...

¿Las personas cambian tan rápido? ¿Cómo pudo convertirse en esto, en solo meses...?

Dario... La misma persona que estuvo conmigo en primera vez y paró en el momento que se dio cuenta que me dolía... El que solo siguió después de que yo le diga que estaba bien... El hombre que me llevó a mi primera cita, para tomar un café con tiramisú... Ese mismo se encuentra de pie frente a mi, apretando un arma contra mi cabeza.

—¿Por qué no me matas y listo? Así cuando llega la policía te meten preso.

Escuché a Ariadna gritar y me di vuelta, para ver si estaba bien, pero no pude hacerlo del todo, cuando Dario me agarró la mandíbula e hizo que lo mire.

—¿Cómo es que no le tenés miedo a nada? —Preguntó y apretó el arma más fuerte. — Te llevaste todo de mí, Vaiana, ahora voy a quitarte algo yo también.

—Apurate, o te lo voy a quitar yo. —No esperé y le di un beso, que lo descolocó, entonces lo di un rodillazo en las bolas y empecé a forcejear para sacarle el arma. Lo que logré, pero recién luego de un disparo.

—¡VAIANA! —Escuché que alguien gritó, mientras me encontraba arriba de Dario, tirando el arma lo más lejos de nosotros como me fue posible.

Todavia el sonido del disparo resonaba en mis oídos y lo único que veía era a Dario sonriendo mientras me miraba.

¿Por qué sonríe?... Ya perdió... Le quité el arma.

Los sonidos estaban raros... Era como si hubiera tanto bullicio alrededor que el ruido me nublaba... Pero a la vez era como si no hubiera ruido... Como si todo estuviera en completo silencio... ¿Tiene algo de sentido esto?

Cerré mis ojos y sentí que me corrieron de arriba de él. Volví a abrir y vi como Dario estaba ileso y se lo llevaba la policía...

¿Quién me sostenía a mi?

Era un hombre, de eso estaba segura, porque sus brazos eran fuertes... Así que no era Ariadna... ¿Será la policía también...?

Mi cabeza no pensaba bien y solo volví a cerrar mis ojos una vez más, por unos segundos, hasta que los abrí, para enfocar bien.

Miré para abajo, a mi vestido rosa chicle y noté una gran mancha de sangre que crecía en mi costado... Toqué en el medio y sentí mucho dolor en el lugar donde había un pequeño agujerito...

Tengo un disparo...

Así que por eso sonreía... ¿Qué tan enfermo tenés que estar, para ponerte contento de que alguien tiene un tiro?

El hombre que me sostenía posó su mano sobre la mía y apretó fuerte la herida.

—Vos sí que estás bien loca... —Lo escuché susurrar, pero no pude distinguir su voz...

Ya no puedo distinguir nada, ahora que lo pienso... Mis ojos me pesan... Pesan mucho...

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CHAN

Teorías? 

Entre juegos y engaños✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora