9. ¿Cartas? ¿Rompecabezas? ¿Ajedrez? O ... ¿Tiro al blanco?

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Después de dejar todo listo hoy teníamos la fiesta. Era viernes y el turno de todos, sin excepción, terminaba a la una, para que los que debemos asistir a la fiesta, podamos descansar y arreglarnos, con tiempo.

Ariadna había venido hace diez minutos diciendo que una de las chicas no iba a poder asistir porque estaba enferma, así que fue a conseguir a alguien más. Se está tardando, pero es entendible, no todos tenemos ropa de gala en el armario y el día sin planes.

Miré el reloj negro que marcaba las doce y media y espero que alguien aproveche esa invitación, antes de que nos vayamos y se pierda.

Ya había terminado lo previsto para la mañana, así que acomodé mi vestido gris y salí de la oficina a ver como le va todo a Ari. No estaba en su puesto, así que la busqué con los ojos, para encontrarla con sus manos sobre el escritorio de Eric. Estaban hablando de lo más tranquilos, en vez de terminar de trabajar, pero como ya íbamos a salir no dije nada y volví a mi oficina.

Ella no tardó mucho en volver y casi me muero cuando dijo que el único del piso que podía era Eric, así que viene con nosotras.

Lo peor de todo es que arreglaron… juntos… sin mi permiso… que como Ariadna venía a mi departamento, para llevarme, Eric podía venir también y nos llevaba a los dos.
Entiendo perfectamente el hecho de que es más de una hora en auto y hay que ahorrar nafta… y la contaminación… y el efecto invernadero… y el calentamiento global… PERO YO NO INVITÉ A NADIE A VENIR...

Toqué el puente de mi nariz y miré a mi maldita asistente… que se manda sola y hace lo que quiere.

—No te preocupes, le dije que yo iba a buscarte a las siete, que venga tipo siete y diez, así nos vamos directo.

—¿A quién se le ocurrió la maravillosa idea de que no se tome un colectivo y vaya solo?

—No seas mala Vai, es como tres horas en colectivo. Me dijo que con la moto se le iba a arrugar mucho el traje, así que yo lo invité.

—Gracias. —Sonreí de mala gana y de manera sarcástica.

—De nada, perra, yo sabía que querías pasar más tiempo con tu garche fijo.

Pu*ta.

Se fue y yo acomodé todo para salir. Tengo una buena siesta ganada…

Vi a la gente irse, al igual que a Ariadna y apagué las luces, cerré mi oficina con llave y salí detrás de todo mi piso.

No tardé muchos minutos en llegar a mi departamento y me quité el vestido, para ponerme un top y unos joggings… Me gustan los vestidos, no quiero que eso se malentienda, es solo que si fuera por mí iría en jogging a todos lados.

Abrí mi heladera y ya sabía que tenía un pote de crema que compré ayer, con un mango. Preparé una crema chantilly, corté el mango en cuadraditos y después de agarrar un tenedor, fui al sillón a comer el antojo que tuve toda la semana.

Cuando el primer pedacito de mango, bañado en crema, tocó mi boca, largué un gemido de felicidad. Tenía tantas ganas de algo rico.

Terminé todo el pote y después de lavarlo me acosté a dormir. Cuando despierte me pediré un delivery de ensalada, ahora no tengo ganas.

Mis párpados ya se sentían pesados así que caí en coma a los minutos.

Un ruido me levantó, pero me quedé quieta, mirando con odio mi almohada color crema. Se volvió a escuchar un ruido y pude reconocer que me estaban tocando la puerta. Le di dos toques a mi celular, para que la pantalla se prenda y me mostró que eran las cuatro…

CARA*JO. ¿Tanto dormí?

Me levanté rápido, para ver quién es y me puse las pantuflas.

Como no tengo una perillita de vidrio, tengo que preguntar quién está del otro lado, así que lo hice.

Entre juegos y engaños✔Where stories live. Discover now