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E L E N A

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E L E N A

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N̶o̶ ̶v̶a̶l̶e̶s̶ ̶p̶a̶r̶a̶ ̶n̶a̶d̶a̶.

A LO LEJOS advertí fragmentos de Scarif que orbitaban aún a su alrededor. Los océanos habían desaparecido, la verdura también. Solo quedaba intacta un tercio de la superficie. El resto había perdido todo color fulgurante; predominaban los tonos oscuros y rojizos.

Mi convicción de que el universo había sido llenado con un sinfín de suciedad se confirmaba cada día más. No solo en el entorno físico, sino también en el espiritual. El carácter humano estaba manchado de mentiras, engaños, traiciones, puñaladas en la espalda y odio hacia ellos mismos.

El mundo y sus almas estaban en llamas; todo sobrenadaba en la miseria y la oscuridad que había prevalecido. El mundo se había convertido en un caos, y lo que le había ocurrido a Scarif era, una vez más, la muestra de que la crueldad humana no tenía límites. Ahora comprendía que solo importaba cuánto poder tenías y hasta qué punto estabas dispuesto a llegar para obtenerlo. Incluso si eso conllevaba quitarles la vida a miles de inocentes.

—Parece que el puerto estelar ya no está en funcionamiento me dijo Mando—. Scarif se ha convertido en un tugurio de skugs desde que desapareció el Imperio.

Ante la falta de puerto estelar y de campos de aterrizaje, se posó cerca de la orilla del mar, sobre un suelo que me pareció de aspecto extraño. No había densidad de población en la isla, pero ambos habíamos atisbado un pequeño pueblo no muy lejos de donde habíamos aterrizado. Aparentemente era la única zona acondicionada que quedaba en el planeta, por lo que me pareció normal que las demás instalaciones estuvieran fuera de servicio.

No sabía por qué, pero algo en ese paisaje me era familiar. No porque hubiera estado allí alguna vez, sino porque el océano era algo que reconocí instintivamente, a pesar de que no pudiera recordar haberlo visto hasta hoy. ¿Así era mi planeta natal? ¿Parecido a Scarif, con esos océanos y vegetación? Me carcomía saberlo. Jess o Priscila debían saberlo. Cuando regresaría a Hapes se lo preguntaría.

Quería saber más de dónde venía y quién eran mis padres realmente. Abandonarme deliberadamente era un acto que me costaba de perdonar, pero aun así deseaba conocerlos más a fondo, al igual que a mi hermana. Desde que había llegado a su planeta no había pasado tiempo con ella. Tampoco es que me hubiera preocupado por hacerlo. Tenía tantas cosas en las que pensar y hacer que no sabía por dónde empezar.

Sabía que Din aún se mostraba dubitativo ante toda aquella historia de encontrar a Astra, pero sus propios juicios no le habían impedido acompañarme allá donde fuera. Me gustaba lo compasivo que era. Era una de sus mejores cualidades, además de tener muchas otras. Pero si me pusiera a describir cada detalle de él, no vería el final.

Polvo de estrellas || The Mandalorian [Libro I]Where stories live. Discover now