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UNA TORMENTA se había avecinado. La bochornosa mañana había dejado paso a una tormenta veraniega que había sorprendido a muchos. El cielo se había pintado de los colores más grises y las nubes impedían el paso a cualquier rayo de sol. Los habitantes del planeta se habían cada uno refugiado en sus hogares, bien abrigados de la lluvia. La Reina y el Rey permanecían junto al lecho de su hijo mientras que los tres amigos estaban en sus respectivas habitaciones, cada uno intentado distraerse de sus preocupaciones.

Jess sospechaba que Elena sufría de un trastorno de estrés postraumático. Después del ataque que había tenido, el temblor de sus manos se había ido desvaneciendo poco a poco después de haber recobrado un ritmo de respiración normal. Sin embargo, sabía que había algo que la aterraba. Consideraba que había sido mucha información para ella de golpe y que no estaba preparada del todo a oír tales revelaciones sobre su pasado y sus padres.

Priscila, inquieta por el estado psicológico de Elena, había decretado que era suficiente por hoy y que descansara. Le había ofrecido una de las mejores habitaciones que tenía, aun poco convencida de que el lujo fuera algo vital para su hermana.

Elena yacía de espaldas sobre la gran cama de matrimonio situada en la parte central de la habitación, intentado olvidar el episodio anterior. Sus manos acariciaron las sábanas. Eran lisas, de tacto agradable y lo suficientemente finas como para no acalorarse. Tumbada en esta posición, no podía dejar de mirar el techo. Había una lámpara colgante fijada a un soporte, hecha de cristal soplado en boca y con un acabado transparente. Esta proporcionaba una iluminación tenue, un poco como la luz que aportan los rayos del sol cuando se está poniendo. El viento sacudía de forma violenta las persianas. Aparte de las gotas de agua y los ocasionales golpes, no se oía ni un alma. Había paz, tranquilidad. Quizás incluso demasiada quietud para su gusto.

Din había terminado de dar de comer a Grogu y el pequeño se había dormido. Le encantaban las galletas hechas como un macaron tradicional, con harina de almendras en círculos perfectos con un relleno cremoso. Estaban aromatizadas con un sabor especial "auténtico galáctico" con un relleno de vainilla. Cuando la Armera había declarado que Grogu era un expósito y que Din era a partir de entonces como el padre del Niño hasta que lo devolviera a su especie, no se sintió a la altura del cometido. Din apenas había tenido una figura paterna, que le había sido arrebatada a una edad temprana, así que no estaba seguro de cómo asumir este nuevo papel de "padre". Al final se las había apañado mejor de lo que esperaba. Grogu parecía estimarlo mucho, tal y como lo confirmado Ahsoka Tano, y era un sentimiento recíproco.

Hubo un repentino golpe a su puerta. Luego un segundo y un tercero. Por alguna extraña razón, Din sabía quién se encontraba en el otro lado. La manera en que había llamado a la puerta le había recordado demasiado a cierta persona. En el momento en el que abrió la puerta, sus hombros se relajaron visiblemente y sintió la tensión abandonar su cuerpo.

Polvo de estrellas || The Mandalorian [Libro I]Where stories live. Discover now