Capítulo 29

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España sólo pensaba en una cosa: pedir perdón por todo lo que sucedió.

Sentado en la camilla de su habitación su expresión mostraba lo perturbado que se encontraba, tanto que deseaba huir de allí y no tener que ver los rostros decepcionados de sus compañeros y ciudadanos. Se había dejado manipular, no pudo retener las acciones realizadas por su cuerpo y muchos pagaron por ello; pero Venezuela lo pagó mucho peor a todos los involucrados.

- Orquídea... - susurró su nombre con dulzura y tristeza, sólo para echarse a llorar como un niño asustado. Sus gemidos desolados resonaban por toda la habitación sin lograr evitarlo, ya su mente no estaría tranquila durante mucho tiempo. Se abrazó a sí mismo fuertemente ¡Como desearía estar muerto! ¡Así tal vez vería a Venezuela y le pediría perdón! Pero ya nada se podía hacer, lo había arruinado todo. - Venezuela ¡¿Por qué?! ¡¿Por qué soy tan débil?! ¡Ni siquiera pude luchar contra la influencia del alma de Imperio Español! - se lamentó levantándose bruscamente de la camilla, sintiendo la punzada en su mano derecha por el suero que se le estaba administrando así que, sin importarle eso y con su desesperación latente, lo arrancó con su otra mano.

Comenzó a caminar en círculos apretando su rostro y cabello violentamente, sus ojos exponían la clara aflicción por la que estaba pasando.

- ¡¿Por qué tengo que cargar con ésta culpa?! ¡Matar a la mujer que amaba! - gritó al silencio, no importando quien escuchara. - ¡¿Cómo esperas que viva con éste peso?! ¡Prefiero morir!

Siguió llorando pero a tonos más bajos, ya queriendo no hacer un escándalo y suplicando que todo su sufrimiento se terminara. Fue en ese sosiego que la puerta se abrió tan rápido como los latidos de su corazón al fijarse en una silueta escalofriante que respiraba amenazas en contra del que consideraba su enemigo. Sus ojos mostraban una ira irracional y su postura hostil daba a relucir las intenciones de la supuesta visita pacífica, aunque el español suponía que no venía con buenas intenciones cuando ambos se miraron atentamente. 

Ninguno hablaba, solo se miraban al pendiente de los movimientos del otro. España sabía que Rusia nunca podría perdonar sus acciones, lo demostró al matarlo sin remordimientos y entendía que no le dolería hacerlo de nuevo además de terminar su trabajo hasta asegurarse que nadie lo salvara; suena increíble decir que esperaba ese momento desde que despertó. 

- España... Ya sabes porque he venido aquí - dijo Rusia dando dos pasos para estar por fin completamente dentro de la habitación, provocando que España retrocediera tenso pero no le prestó atención. - tienes que arruinarlo todo ¿Verdad? Rebelarte a la muerte misma con tal de hacer sufrir a los demás. Me es indiferente que tu nación te necesite, no debiste volver a respirar

- Créeme Rusia, quisiera que las cosas no terminaran así 

- ¡No me interesa lo que creas! - replicó el ruso golpeando un jarrón que estaba cerca, dando a notar su irremediable ira. - no mereces la misericordia de un juicio, aunque te dieran el castigo más violento y crudo ¡No me conformaría! No vales lo suficiente como para tener esa misericordia 

- ¡¿Piensas que estoy feliz con esto?! ¡Cambiaría lo que pasó si me dieran la oportunidad! No quise hacerlo, todo lo que me obligó a hacer... Tan solo quiero borrarlo de mi memoria y desaparecer - dijo entre sollozos en Español, de verdad estaba arrepentido de todo. 

- ¡Yo puedo ayudarte con eso! - gritó el ruso mientras daba pasos rápidos dispuesto a quitarle la vida de un solo golpe pero no contó que España esquivara milagrosamente su ataque, ocasionando que el eslavo chocara contra la pared del frente. Miró enojado al español. - Venezuela tenía tantos sueños que lograr ¡Y tu los has matado! ¡Lo menos que podrías hacer es morir bajo mis manos! 

Corazón En CRISISDonde viven las historias. Descúbrelo ahora