Capítulo 5

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— ¿Llevas Shampoo, jabón y tu skincare?— Félix asintió, guardando la última prenda en la maleta— ¿Tu ropa para los cinco meses?

— Si, Bin, sí — terminó de cerrar la maleta, que estaba bien acomodada, Changbin era muy molesto cuando se lo proponía. El mayor estaba parado en la puerta de la recamara de Felix, inspeccionando que todo estuviera en orden.

— ¿Llevas calzones suficientes?— preguntó realmente preocupado, ¿Había gente que olvidaba los calzones?, Ojalá y no.

— no uso.— bromeó el rubio, bajando la gran maleta de la cama, era color verde, así que era obvio que la reconocería fácil.

— me lo imaginaba, culo de tabla.— respondió bien a la broma, Felix se volteó abriendo la boca con sorpresa, y se tocó el culo, no, no era de tabla— Pero ¿Si los llevas?

— sip, y si no, creo que tengo dinero suficiente para comprarme ropa— dijo obvio— a demás mi culo no es de tabla, es grande, muy grande.

Changbin giró los ojos y se acercó a tomarle la maleta.

— a veces se me olvida que eres un joven millonario, famoso y chillón— llevó a la sala la maleta, con Félix siguiéndole los pasos.

— ¿lo chillón qué tiene que ver?— preguntó mientras iba a la cocina por un vaso de agua.

— nada, solo quería mencionarlo.— se echo al sillón con la maleta verde a lado, esperando que Félix saliera de la cocina. Eran apenas las ocho de la mañana, el vuelo salía a las once, no podía creer que pasaría todos esos meses alejado de él, de su pequeño Félix, es que era hasta injusto, no podía ni creerlo. Félix se iba solo, sin él, a una ciudad que no conocía, con su archienemigo, y su ídolo como jefe.

—no soy chillón.— saltó Félix al sillón, a lado suyo. Volcó un poco de agua, y lo limpio con la mano.

— si lo eres— Changbin cerró los ojos, se había levantado a las seis de la mañana a hacer ejercicio, siempre se levantaba a a esa hora para ir al gym de la casa, ese que solo él ocupaba, porque Félix no de coña entraba ahí.

— que no— refutó el rubio, haciendo un puchero.

— Félix, la semana pasada te tuve llorando en el sillón por dos días, porque terminaste banana Fish.— Félix se levantó como resorte de su lugar y lo señaló cómo si Bin fuera culpable de algo.

— NO TE ATREVAS A CULPARME, LA MUERTE DE ASH DUELE MUCHO, FUE MUY INJUSTA— bueno, si somos muy sinceros, Félix tenía mucha razón, la muerte de Ash y todo su contexto te deja llorando por mucho tiempo.

— Lixie, es la cuarta vez que te la ves.— el rubio alzó los hombros. Bueno, eso a cualquiera le pasa.

— cualquiera vuelve a ver cosas que le gustan.— eso era verdad, cuando tenemos una película favorita, la vemos mucho tiempo ¿no?

— cuatro veces en el año Félix,— Jeje, digamos que Lixie exagero un poquito—  a veces creo que estás condenado a querer deshidratarte en el sillón.

— ¿Se puede morir por llorar mucho?— le entró la duda, sabía que de tristeza si podíamos morirnos, pero ¿Por llorar mucho se podía? Si, si, sus días estaban contados.

— no lo sé, no creo.— vio el reloj de su muñeca, mierda, se le hacía tarde. Se levantó del sillón.

— ¿y si... sí?— Félix se puso los tenis, era momento de abandonar su casita. Fue a su estanque con dos peces dorados, ¡ay sus bebés!, los extrañaría mucho. Les hizo cariños a través del vidrio.

— ya hubieras muerto.— aseguró Changbin poniéndose una gorra en su despeinado cabello azabache.

— cómo te atreves.— dijo ofendido (en juego), lo miró con ojos entrecerrados, como un gatito escrutando a la gente. Changbin le regreso la mirada, entrecerrado los ojos de la misma forma.

Un tango en París (Hyunlix)Where stories live. Discover now