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Los pasos firmes y ruidosos ocasionado por el golpe de sus zapatos sobre las frías y pulcras baldosas de la casa, atrajeron la atención de las mujeres que pararon de limpiar y salieron de la sala.

—¡Sheker! —Bramo, Azat, cerrando la puerta principal con fuerza y caminando hasta ella—. Debemos hablar....

—No hay nada de que hablar, ¿Acaso crees que estaré a tu disposición siempre? Hay cosas que cambian.

—No quiero que estes a mi disposición como un trabajador, quiero que seas mi mujer.

—No es posible —negó, separándose de él y acercándose hacia un sillón y sentándose en él. —Llegamos a un punto donde no hay un nosotros, te quise lejos desde el primer momento en que nos separamos, irrumpiste nuevamente en mi vida sin tener un ápice de piedad, mataste gente a mi alrededor solo por tus malditos celos, te casaste mientras yo estaba secuestrada, ¿Quieres que siga?

Sheker negó mientras reía con incredulidad.

—He soportado todo por ti, Azat. Pero no me pidas que soporte ser tu segunda mujer, es mejor que me digas que quieres con todo esto, porque ya no lo aguanto.

—Ya te lo he dicho, te quiero a ti y no descansare hasta que todo vuelva a ser como antes...por nuestro hijo.

—¡No! No hay nuestro hijo, no es tu hijo y es mejor que lo aprendas, ahora solo harás una cosa —se levanto y apunto su pecho tonificado—. Te iras de esta casa, estarás en el lugar donde perteneces; al lado de tu esposa.

—No puedo dejarte sola—insistió, pasándose la mano por el pelo y desacomodándoselo. —¿Acaso no sabes el peligro que corres? ¡Queme un lugar por ti, con personas dentro! Y créeme, lo volvería hacer si ellos son responsables de todo lo sucedido. Solo quiero que estes a mi lado, que no te apartes.

—El peligro es mío, nadie te tocara. Eres familia de Aslam. Vete, Azat.

El sicario la observo en silencio, quería decirle que todo había sido por ella, solamente por ella, no solo el hecho que tenía en sus manos un trabajo importante que no quería cumplir, sino también saber que no podía jugar con sus sentimientos, quería que todo siguiera ardiendo entre ellos, no deseaba sacar cenizas que sabia lo que ocasionaría, Sheker tenia algo que apagaba todo su lado más oscuro, era su paz en un mundo oscuro y cruel.

Despiadado era su corazón que no resistía estar lejos de ella, el mismo que lo traicionaba en su trabajo, no solo era ella, sino también el niño en su vientre.

¿Cómo seria vivir sin ella y visitarla en un lugar lejano? ¡No! Él no quería eso para ella, el poco interés en el niño podía fingir en felicidad si ella lo era. Suspiro agotado y llamo al numero de su esposa.

—Alman—nombro, tomando asiento.

—Cariño, ¿Dónde estas? Recuerda llegar temprano a casa, los invitados llegaran temprano, mi hermano te quiere a su lado.

—Estaré pronto allí. Tengo trabajo, solo llamaba para confirmar mi presencia.

Detrás de él, Sheker escuchaba todo con atención con sus puños apretados, resultaba fastidioso escuchar hablar con otra mujer y quedar en silencio.

—¿Qué me ocultas, Azat? Hace días que estas llegando tarde a casa, no me llamarías si no fuera necesario, ¿Acaso sabes algo de porque esta fiesta?

—No, solo soy la mano derecha de tu hermano. Adiós.

Sin más colgó y Sheker salió hacia afuera abatida y desolada, su corazón no podía soportar tanto sufrimiento. Respiro tratando de calmar el dolor que sentía que provocaba que le costaba respirar.

DespiadadosWhere stories live. Discover now