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—Aslam

Azat no daba crédito a lo que escuchaba, el nombre de su jefe estaba involucrado en el secuestro de su mujer.

—¿Estas segura de lo que dices? Aslam fue quien me ayudo siempre a buscarte en este tiempo. Te drogaron.

—Fue todo muy rápido, en la salida del hotel fueron los mismos guardias quienes me subieron a un vehículo... luego, luego uno de los que estaba allí dentro los mato, dijo que sospecharían —susurro entre lágrimas, Azat trato de controlar su ira e incredulidad.

Todo había sido un plan que no lograba entender los motivos, hacer desaparecer a Sheker solo podía significar que su mente estuviera trabajando solo en su encuentro y en nada más, ¿Qué ganaba Aslam con aquel juego?

Estiro sus manos y seco sus lagrimas con delicadeza, para luego darle un beso en su mejilla húmeda.

—Tranquila, los cuidare a ambos, no permitiré que nadie los dañe. Te lo prometo. —Aseguró.

Sheker lo observo en silencio antes de preguntar.

—¿Estas seguro? ¿No lo dañaras?

Es mi hijo, no lo dañare.

(...)

Azat abrió las inmensas puertas de par en par, mostrándole y volviendo abrir todos los recuerdos en la mente de Sheker, cada cosa vivida que solo aquellos muebles y paredes eran testigo de todo, camino hasta la sala con sofás grises, cautivada por la inmensa imagen de una familia feliz con un niño en brazos.

—Aquí te quedaras hasta que pueda asegurarte todo, si Aslam fue el responsable de tu secuestro, el buscara volver a dañarte.

—¿Cuándo lo hiciste? —preguntó aun observando la fotografía. Las manos masculinas envolvieron su cintura y la atrajeron hacia tras.

—Cuando me dijiste que estabas embarazada no lo podía creer, de hecho, no sabía si ser padre estaría bien en mí, no cuido niños, mato personas por dinero, soy egoísta y odio ser delicado—susurro cerca de su oído, provocando que las mejillas de Sheker se incendiaran en un rojo intenso —. Sin embargo, lo ame y anhele conocer, saber si saldría como tu o con mi carácter, fue y será el ser más divino e inocente. Tienes razón, fue mi culpa su muerte, mi paseo no debía ser sangriento, yo...

—Ya no más. Se que lo sientes, pero ya no es necesario recordar cosas dolorosas, se que el siempre estará presente...pero ahora tenemos otro hijo, Azat, uno por el cual velare su futuro y lo cuidaré de todos—aseguro.

El sicario apretó la mandíbula, el sentimiento no era el mismo, su primer hijo había sido su mayor bendición y debilidad, el ser que prometió cuidar con su vida, pero no era lo mismo con aquel niño, el vacío lo hacia enfurecer, las dudas provocaban que quisiera matar a Aslam sin dudarlo ni hacer juegos. No podía dañar ni irrumpir el embarazo, aquello solo provocaría el rencor, dolor y el suicidio de Sheker. No negaba que el hecho de pensar en volver tener un frágil cuerpo en sus brazos le llenaba de ansiedad, ¿A quien se parecería?

—¿En que piensas? Aun dudas que no es tu hijo—respondió Sheker, apartándose de sus brazos.

—No es eso.

—Si, si lo es. Crees que no es tuyo y tienes motivos, me drogaron...me violaron y yo misma podría dudar de su paternidad, pero es mi hijo y nada me impide amarlo como a su hermano.

Sheker volteo y subió por las escaleras donde un largo pasillo la recibió, sus pasos seguros la guiaron hasta la habitación que tanto ansiaba volver a ver, al ingresar, su corazón se oprimió al ver el cuarto vacío.

DespiadadosWhere stories live. Discover now