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La mujer se adentró a la cabina metálica junto a todos los guardias, aunque el espacio era reducido para todos, el sicario se colocó detrás de su mujer para no estar con sus guardias.

—¿Cuál es el numero? —repitió, la mujer apretó el numero del piso y dudo en hablar.

—Entiendo que esto sea en equipo, pero también se por órdenes del señor Aslan que no debo decir el número de transición frente a otras personas.

Sheker comprendió que lo decía por ella, no le interesaba, de hecho, estaba acostumbrada escuchar los números de transición de su acompañante. Era usual escucharlos, para ellos decir aquello se había formado como una clave al número de sus victimas y el total del costo por el trabajo. Quien no lo supiera, pensaría que hablarían de números bancarios.

—Sheker es de la familia y sabe todo, puedes hablar.

La traductora suspiro y abrió la carpeta que sostenía entre sus brazos.

—Numero, tres mil, se valorizará por tres punto, cuatro millones si el objetivo es esta misma noche, de lo contrario tengo ordenes de informar el trabajo fracasado y remplazarlo por alguien eficaz.

La risa de la fémina atrajo la mirada de la traductora y el sicario, quien la observo con una ceja alzada.

—Azat es el mayor sicario eficaz que Aslam puede tener, no podrá buscar a alguien capaz de hacerlo solo. Los números son buenos, pero Aslan no comprende que no estamos en Europa, debería valorizar otro importe.

Las manos del hombre apretaron su cintura, llevándola hacia atrás y apretando su trasero con su miembro.

—Sheker esta en lo cierto, infórmale a Aslam que será por tres punto, cinco millones.

—Ese no es el trato.

—Aslam no considero el hecho que no estamos en Europa para el trabajo, esta vez lo quiero en dólares, las libras resultan migajas últimamente. Aquí tengo guardias que te respaldaran cuando no está en nuestro acuerdo—sostuvo sus palabras en un tono serio y prepotente, las puertas se abrieron y los siete salieron del lugar, fue fácil comprender cuales eran sus habitaciones al ver que el piso solo tenia tres de ellas.

—Se lo hare llegar al señor—informo la fémina, ingresando a una habitación.

Sheker ingreso a la suite, al cabo de unos minutos, sintió unas manos apretar su cintura desde atrás.

—Me gusta cuando te involucras en mi trabajo, llegas a excitarme al imaginarte con una maldita arma en sus manos, ver tus manos con sangre, malditamente me dan ganas de follarte tan duro como a ambos nos gusta —susurro bajando hacia su oído, mientras con lentitud metía una de sus manos en su pantalón por encima de sus bragas.

—No...—gimoteo, clavando sus uñas en los brazos del hombre y dejando caer su cabeza sobre su pecho musculoso.

—¿No? —repitió, moviendo la braga hacia un costado y metiendo un dedo en ella, Sheker cerro los ojos y gimió al momento que movía su cadera en busca de mas placer que los tortuosos dedos le estaba brindando. —Ya no puedo soportarlo.

Con la otra mano, Azat desprendió su pantalón y los bajo junto a su bóxer, su miembro a esa altura ya se encontraba erecto. Sheker de igual manera, desprendió su pantalón y los bajo aun con la mano del sicario en su vagina. Azat retiro su dedo la empujo hacia atrás, mientras que con la otra mano dirigió su miembro a su vagina.

—¡Oh Dios! —exclamo al sentirlo dentro de ella y este comenzar a moverse, mientras la sostenía desde su monte de venus y con la otra mano en su cuello.

Allí de pies en medio de la inmensa habitación, dos cuerpos se entregaban al placer del momento.

No podía evitarlo, el cuerpo seductor le seguía llamando como el primer día, la llama entre ambos no se podía apagar, aunque uno de ellos lo quisiera hacer, eran como dos partes que necesitaban estar juntos para completarse y sentirse uno mismo. ¿Qué había de malo en eso? Era simple, uno de ellos debía vivir y seguir su camino, su trabajo. Mientras que una figura que podía obtener lo bien, prefería lo mal, con el simple hecho de pensar en que podía volver a encontrar la felicidad que tanto ansiaba obtener.

(....)

El vestido se le ceñía a la perfección en cada curva de la mujer, sonrió al ver su antigua apariencia, por mucho tiempo había creído que no volvería a utilizar aquellos vestidos costosos, ni sus joyas que no sabía que Azat había guardado y llevado para ella. Observó por el espejo al sicario acercarse hasta ella y colocando sus manos en la pequeña cintura.

—Estas perfecta, como siempre —alego.

—Lo has pensado todo.

—Si no lo hago yo, ¿Quién lo hará? —bromeo, bajando su cabeza y besando su clavícula. —Argentina es un país caluroso en esta época del año, cuida de no salir mañana, podría causarte algún mal.

Sheker volteo y lo observo con su entrecejo fruncido.

—¿No vendrás esta noche?

—No podre regresar, She. Mientras más rápido termine mi trabajo, más rápido regresaremos a casa. —Dijo, tomando ambas mejillas y besando sus labios con cariño.

Sheker sonrió y lo abrazo, enterrando su cabeza en su pecho.

Te amo, Azat Asinov —murmuró, causando una opresión en el pecho del hombre, quien no tardó en apretar su cintura y no decir nada. La pequeña mujer hacia su trabajo más difícil, por primera vez dudaba de su capacidad a la hora de cumplir su trabajo, ¿Cómo seria asesinarla? Tener el privilegio de ser presa pro su propio esposo. No era amigable pensarlo. 

DespiadadosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora