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Te dejo libre. No quiero verte sufrir por mí.

Las palabras calaron en su alma destruida, aunque una parte de ella no quería escuchar aquellas palabras, otra muy cordial y neutra lo aceptaba, era lo correcto para ambos, solo eran un matrimonio despiadado que no encontraban una salida al abismo que los separaba.

La fracción de segundos eran como minutos, el ruido del agua golpear era la única música entre ambos.

—Te dejo libre —volvió a repetir tratando de convencerse de sus palabras.

—No mientas.

—No lo hago. Es lo que me pediste y nunca quise aceptarlo—susurró, metiendo su cabeza entre sus piernas y dejándose ver vulnerable ante su esposa.

—Es lo mejor para ambos.

—Para ti.

—Si. —Murmuró, cerrando el grifo del agua. —Ven.

Azat levantó la cabeza y miró el brazo estirado de su esposa, llamándolo para ingresar en la tina, en silencio se levantó y comenzó a desnudarse frente a ella. Sheker observó el cuerpo trabajado de su esposo, simplemente lo hacia por su libertad y ultima vez juntos, no podía irse con la imagen devastadora de el tirado frente a ella. Sus mejillas se sonrojaron al ver el miembro cerca de su rostro en el momento que este ingresaba en la tina y se sentaba frente a ella, Sheker levanto ambas piernas y las coloco sobre los duros muslos de su aun esposo. Azat al ver la iniciativa de acercamiento, coloco sus palmas sobre la suave piel de sus piernas.

—No te vayas, Sheker —murmuró sin perder tiempo. Las palabras solo eran vacías de separación, él quería estar a su lado como lo habían hecho por dos años de casados. —Podemos superarlo juntos.

—Déjalo y me quedare —demando, sabiendo la misma respuesta de siempre.

—Sabes que no puedo hacerlo, cariño —susurro, acariciando sus piernas. Sheker soltó una risa seca.

—Sabia la respuesta, ¿Ahora lo ves? Aun lo sigues prefiriendo. No hagamos esto más difícil para ambos.

Azat suspiro, tratando de encontrar el aire que sus pulmones necesitaban para soportar esta partida. ¿Por qué resultaba difícil todo? No quería separarse de ella, de su mujer y compañera.

—¿Nuestra ultima vez es esta?

—Así es, solo lo hago por mi libertad.

Azat sonrió con ironía.

—Siempre tan igual, ¿Crees que no te dejare ir sin algo a cambio? Creí ciegamente que me conoces, Sheker.

—Últimamente no se con quien me case —respondió con sinceridad, acercándose a el y quedando a horcajadas, el contacto de sus partes íntimas rozándose no fue una caricia que podrían aprovechar para intimidar, aquella era su ultimo día juntos, y Azat no quería recordarlo como uno donde debía darle su cuerpo por irse de su lado. Las manos masculinas rodearon su pequeña cintura y enterró su cabeza en su pecho.

—No quiero hacer el amor por dejarte ir, Sheker. No lo haría si no fuera por ver el daño que causo en ti. Perdóname por no ser el hombre que quieres en tu vida.

Sheker decidió no responder a sus palabras y solo se dejó abrazar, millones de posibilidades aparecían en su cabeza, pero también sabia que necesitaba volver a respirar, recuperar su antigua vida, lejos de las presiones que rodeaban a su consorte. No podía vivir con el miedo que podrían hacerle algo a ella o a su familia, Azat se había encargado de cuidarla como una reina, asegurándose que nadie podía tocar su cabello sin antes pasar por las manos bañadas de sangre de Azat Asianov. Quería organizar su mente y salir del mundo enviciado por alcohol y fiestas, la poca cordura desaparecía en cuanto estaba cerca de Asianov, ese hombre provocaba que se repudiara como mujer y madre.

—No estoy aquí para ser tu enemigo, amor. Quiero que formes una parte de mí, que tengas mi amor, podría cambiar todo lo que tengo con tal de tener una parte de caridad por ti; no miento cuanto te digo que también lo siento, siento cada puto minuto de mi vida por lo sucedido. —Susurro aun con su cabeza enterrada en el seno femenino.

—¿Por qué dices esas cosas ahora? Espere por dos meses que me lo dijeras, que asumieras tu culpa, siento que espere mucho tiempo este abrazo y que me dijeras que todo estaría bien, que harías algo por su muerte—sus ojos se cristalizaron, quería volver a escuchar su risa inocente y balbucear Mamá—. me prometiste ser tu reina, pero fallaste, Azat. Fallaste con lo que mas amo en la vida y no puedo perdonarte por eso.

Eres como un diamante en bruto, tu don por cautivar sin quererlo es un mayor poder y debilidad, eres lo que cautivo a este hombre sin pedir permiso. Prometí amarte hasta el final de mis días y hacerte la mujer mas feliz del mundo, prometí que si fallaba me alejaría de tu lado para que veas la luz de la felicidad sin mí. —Repitió las mismas frases que le había dicho el día de su compromiso. Ninguno de los dos lo olvidaría, eran las mismas frases que Sheker amaba escuchar salir de la boca de su hombre, las mismas que Azat prometió cumplir.

Sheker rompió el abrazo y lo observo a sus ojos.

—Fallaste, fallaste y es momento de dejarme ser feliz sin ti.

Azat lentamente bajo sus manos de ella, sintiendo el frio del vacío al sentirla separarse de el y salir de la tina, dejando escurrir el agua por su cuerpo. Había sido testigo del vacío de una vida en su alcance, ver morir personas frente a el y por sus manos; se sentía excitado ante el poder que tenía por saber que una vida dependía de el y que amaba quitársela como el mismo lucifer, amaba ser un sicario, su cuerpo se sentía como tener el síndrome de Amok su furia solo podía ser desquitada por quienes estaban en su mano para matar, no podía estar al lado de su esposa sin querer dañarse el mismo por todo el daño que le había dado a la persona que prometió cuidar hasta con su propia vida, así como Aslan quería poder, Azat quería muertes en sus manos. Su única salvación había sido Sheker y la perdía.

Oficialmente se convertía en una bestia sin freno.

Pecado entro en el mundo por un hombre, y por el pecado la muerte. 

DespiadadosTempat cerita menjadi hidup. Temukan sekarang